Por Óscar Borge Mejía*
El año 2016 ha dejado una serie de sorpresas con una misma constante, las predicciones de las encuestas han fallado; fallaron con el Brexit, el plebiscito sobre el tratado de paz firmado entre gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, y por supuesto fallaron en el caso de las elecciones estadounidenses.
Donald Trump basó su campaña electoral en las promesas de implementar restricciones a la inmigración, la construcción de un muro alrededor de la frontera con México, la prohibición total del ingreso de musulmanes a Estados Unidos; en materia económica evitar nuevos tratados de libre comercio y una renegociación de los acuerdos comerciales ya suscritos; así como la imposición de tarifas arancelarias a China y otros países que así lo ameriten.
El presidente electo, ya era una figura mediática antes de esta contienda electoral. Nació en Queens, New York, billonario por herencia paterna y empresario de la construcción, con apariciones en películas como Mi pobre angelito 2 y protagonista de la serie de NBC El Aprendiz. En sus inicios en el sector inmobiliario, en el año de 1974, fue demandado por el estado de Nueva York, acusando a su empresa por discriminación racial en la selección de inquilinos de sus propiedades en Manhattan; años después invirtió en un casino en la ciudad de Atlantic y buscó expandir su imperio económico construyendo condominios en el estado de Florida. Trump ya había tenido interés en optar a la presidencia de los Estados Unidos en el año 2000 mediante el partido emergente Partido Reformista, a los pocos días retiró su candidatura a falta de viabilidad. Entre otros datos que destacan, realizó una fuerte acusación al presidente Obama por supuestamente falsificar su partida de nacimiento, acusación de la que terminó retractándose; fue un crítico de la guerra de Irak y prácticamente llegó a la presidencia sin el apoyo de los líderes de su partido.
Desmitificando a los votantes de Trump, podemos decir que estos son menos propensos a ser afectados por los embates del comercio y la inmigración. En una investigación elaborada por un politólogo norteamericano Gallup, publicada por el Washington Post previo a las elecciones presidenciales y sobre una base de datos de 87,000 entrevistados, revela que las personas que han sufrido separación laboral por el desplazamiento de industrias de EUA a China u otros países o por la afluencia de inmigrantes, no eran propensas a votar por Trump. La investigación hace una referencia a un estudio sobre el surgimiento del partido Nacional Socialista en Alemania, en ella muestra que los votantes alemanes previo al ascenso de Hitler al poder, con preferencias a partidos populistas de derecha, estaban asociados al clivaje religioso del protestantismo, habitante rural de condición social clase media baja y clase alta con profesiones administrativas o propietario de pequeñas empresas. De igual forma el estudio se sustenta en base a las investigaciones hechas por Hainmueller y Hopkins (2014), donde concluye que las actitudes hacia los inmigrantes a razón de la competencia laboral no es un motivo de rechazo, si no las diferencias culturales en sí.
La afectación o no del traslado de las industrias a China u otros países, reitero, no es un predictor estadístico del voto. El votante de Trump es blanco, de ingreso medio y alto, vive en zonas poco industriales. El clivaje urbano-rural se impuso en estas elecciones, este clivaje suele ser un voto de predicción partidista. El partido Republicano mantiene un fuerte apoyo en las zonas rurales, donde el voto tiene un mayor valor, los demócratas ganan un 85% de los condados en las 68 principales ciudades americanas, pero no obtienen ni un 25% en los suburbios y ni siquiera un 10% en las zonas rurales. Y como corolario la candidatura de Trump logra arrebatar los estados de Wisconsin, Michigan, Indiana, Ohio, Pennsylvania; estados que habían sido obtenidos por el presidente Obama en las elecciones pasadas.
En cambio, los predictores estadísticos del voto a Trump fueron la dependencia a la seguridad social, tasas de discapacidad, el bajo nivel educativo; la zona geográfica con un elemento agregado que es el aislamiento racial y cultural. Esto sostiene la teoría ya mencionada en que plantean que el contacto directo con diversas culturas disminuye sentimientos racistas o xenófobos y viceversa, mientras que el aislamiento racial y cultural fomenta sentimientos nacionalistas colindantes con la intolerancia racial y la discriminación. Por otra parte, en las elecciones primarias del partido Republicano, el único predictor del voto a Trump fue el sentimiento anti-musulmán y anti-inmigrante.
Al final de cuentas Trump logró movilizar una amplia mayoría del votante Republicano, mientras que a Hillary Clinton la alcanzó el abstencionismo Demócrata y de las minorías raciales. Los Clinton son considerados de izquierda en los Estados Unidos, pero más como señalamiento por el ala conservadora. Sin embargo, la propuesta socialista en las internas demócratas por Bernie Sanders ha creado una fractura de un votante que evidentemente no participó a favor de la candidata Demócrata.
En los siguientes mapas electorales, el primero muestra los estados en que Clinton pierde y Obama había triunfado en las elecciones pasadas y el segundo el mapa electoral de las últimas elecciones internas demócratas; en este último se puede ver como Bernie Sanders gana casi todo el norte de Estados Unidos.
El revés de las encuestas y las predicciones fallidas de una serie de politólogos, tampoco quiere decir que las ciencias políticas están vagando por las llanuras de la equivocación, al final las estadísticas son predictivas no cánones en piedra y fueron solamente 107,330 votos el margen de victoria en tres estados decisivos como Michigan, Pensilvania y Wisconsin; el equivalente a 46 miembros del Colegio Electoral.
El triunfo tampoco parece ser definitivo: los líderes Republicanos no mantienen un apoyo incondicional a su candidato electo. En el editorial de encabezado del New York Times del 5 de diciembre, un miembro del colegio electoral por el partido Republicano hace un llamado al voto de conciencia contra su candidato, evocando un sentido de responsabilidad y acusándolo de carecer de las condiciones necesarias para ser “el comandante en jefe” —en Estados Unidos existe un peso político significativo sobre la responsabilidad del presidente como jefe del ejército—. Días después el presidente Obama ordena una investigación a la CIA sobre la interferencia en las pasadas elecciones norteamericanas por la inteligencia rusa. Casi de forma inmediata la CIA ha emitido un comunicado oficial reconociendo que el gobierno ruso a través de sus órganos de inteligencia intervino e influyó en las pasadas elecciones. La filtración de los correos de la señora Clinton y su divulgación hizo descender aparentemente la imagen de la candidata demócrata. Es un escenario inédito pero dichas acciones no son aisladas, van conducidas en un extremo hipotético a evitar que Trump tome el poder o al menos, generar mecanismos de presión para que el candidato electo negocie su moderación a cambio del respaldo Republicano en el Congreso y en el Senado.
Estados Unidos se juega su supervivencia, el surgimiento de Trump parece una respuesta del sistema electoral estadounidense, canibalizado por la preponderancia del “mainstrain” televisivo y envuelto en un proceso de cambio cultural y estructural. Como respuesta a la desocupación laboral y la precarización del empleo, el señor Trump apuesta por la reindustrialización de los Estados Unidos, el retorno de las industrias que se han ido desplazando de Estados Unidos a China y otros países del tercer mundo. El mundo ha cambiado desde la década de los 70’s, su modelo infraestructural de economía, según el banco mundial de 1995 al 2014 la economía agrícola en el mundo ha descendido del 8% al 3.8%, la economía industrial del 33% al 27% y la economía de servicios ascendió del 58% al 68%, esto no significa que la producción industrial o agrícola haya caído, sin embargo si lo que representa en términos financieros; esta es una constante que lleva décadas, el acomodamiento ha traído consigo una serie de cambios culturales y una resistencia a dichos cambios. El neoliberalismo ha precarizado tanto las condiciones laborales como las condiciones de vida de la mayoría de los ciudadanos del planeta.
Es curioso que la respuesta y el retroceso del liberalismo económico provenga de la derecha, el discurso ya ha traspasado la acción; Trump recibió una vez electo una llamada de la presidenta de Taiwán Tsai Ing-Wen, esto gracias al lobby del ex candidato Bob Dole y como clara afrenta a China. El senador demócrata Chris Murphy advirtió ante medios de prensa que por decisiones de esa naturaleza empiezan las guerras. Por su parte, China respondió al comunicado calificándolo como “zuo xiao dong” que en chino quiere decir, comportamiento deshonesto o incorrecto, que actúa de forma sigilosa y oculta, a menudo lleva intención maliciosa o literalmente “truco”; aunque el comunicado intenta culpar a Taiwán por dicho comportamiento para dejar abiertas posibilidades diplomáticas de diálogo.
El 19 de diciembre la elección de Trump será casi definitiva, el Colegio Electoral tendrá que elegir el presidente 45 de los Estados Unidos. Parece casi imposible que Trump logre realizar terremotos políticos autodestructivos como alguna izquierda intelectual vaticina; el presidente de los Estados Unidos se encuentra amarrado a la voluntad del Congreso y el Senado, que a pesar de contar con mayoría Republicana se enfrenta a la desconfianza de su propio partido. Los senadores McCain, Ayotte, Craspo, Moore y Roby le retiraron su apoyo durante la contienda electoral. Los nombramientos a cargo de las principales instituciones de seguridad interna y externa han sido con el ala más conservadora del pentágono (militares retirados y ultraconservadores). A esta limitante hay que acotar que el presidente electo Donald Trump ha navegado tanto en la contienda electoral primaria republicana como la presidencial frente a las imposibilidades; solo el tiempo nos desvelará las acciones y sus consecuencias del 45avo Presidente de la nación más poderosa que haya conocido el planeta.
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Óscar Borge Mejía. Honduro-nicaragüense, abogado, con un master en derecho de las telecomunicaciones y tecnologías de la información en la universidad Carlos III de Madrid y otro Master en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Diseño y planificación de campañas políticas por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset. Diplomático por 7 años del gobierno de Nicaragua en las embajadas de Honduras y España. Ha publicado dos libros de poesía: “Is there anybody out there” en la editorial Paradiso y “Ulises 2016” en Costa Rica por la editorial Casa de Poesía.