YO, PRESIDENTE

EGO15 diciembre, 2016

 

«En política lo único real es lo que no se ve».

José Martí.

Por Albany Flores


Ayer, 14 de diciembre del 2016, el Tribunal Supremo Electoral de Honduras (TSE) inscribió como candidato a la Presidencia por el Partido Nacional al actual Presidente de la nación, Juan Orlando Hernández, cerrando así un largo ciclo de especulaciones sobre el proyecto reeleccionista del Presidente. Según analistas de oposición, al hacerlo, el TSE y la clase política han roto la Constitución y el Estado de Derecho, en una especie de golpe técnico a la institucionalidad.

Ello supone el comienzo de una nueva etapa de control absoluto del PN, que como en el pasado, amenaza con prolongarse por tiempo indefinido, ante una oposición con profundas divisiones internas, y carente de un proyecto político sustentable capaz de hacer frente a la estructura de los nacionalistas.

Juan Orlando Hernández Alvarado nació en la comunidad de Rio Grande, Municipio de Gracias, Departamento de Lempira, el 28 de octubre de 1968. Es el hijo número 15 de 17 hermanos, y son sus padres Juan Hernández Villanueva y Elvira Alvarado Castillo. Hizo sus primeros estudios en la ciudad de Gracias, y su secundaria en el Liceo Militar del Norte. Es abogado de profesión por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, con un magíster en Administración Pública en la Universidad de Albany, en el Estado de New York.

Según la propia versión del gobierno: «Juan Orlando Hernández ha escalado por todas las posiciones políticas a las que alguien puede aspirar: diputado al Congreso Nacional; presidente del Comité Central del Partido Nacional; presidente del Congreso Nacional y, a partir de este 27 de enero, Presidente de la República de Honduras[1]».

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Hernández es, sin lugar a duda, una figura singular, y probablemente el Presidente más adversado [2] de la historia del país.

Su carrera política comenzó en sus años universitarios, cuando fue Presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho. En 1992 incursionó en la política como asistente de su hermano Marco Augusto, cuando éste ocupó la vice-presidencia del Poder Legislativo en el gobierno de Rafael Leonardo Callejas. Se convirtió en Diputado en 1998 en el gobierno de Carlos Flores Facussé, y en Presidente del Congreso Nacional en 2010, en un gobierno cuya figura fue mucho más beligerante e influyente que la del propio mandatario Porfirio Lobo.

A comienzos del 2012 anunció públicamente su candidatura para representar al Partido Nacional en las elecciones internas de ese año, con el ánimo de convertirse en Presidente. Ante una noticia ya sabida por todos, no hubo sorpresa, pero sí una importante cantidad de opiniones de diversos sectores sociales, académicos, intelectuales, económicos y políticos que veían en su figura el perfil de un hombre autoritario cuya retórica extremista (“voy a hacer lo que tenga que hacer”) no resultaba para nada conveniente en un país que aún no se recuperaba de la ruptura democrática del 2009.

En la segunda parte de nuestra Crónica de una toma del poder total escribimos al respecto de cómo se gestó el proceso electoral interno y las elecciones generales de 2012 y 2013 respectivamente, y cuál fue el papel desempeñado por Hernández. Reproducimos algunos muy breves para efectos del presente artículo:

«En noviembre, el Partido Libertad y Refundación, que había suplantado al histórico Partido Liberal como segunda fuerza política del país, se enfrentaría a una maquinaria nacionalista fortalecida y organizada. Meses antes, en las elecciones internas del 2012, el pre-candidato nacionalista Ricardo Álvarez se quejó públicamente que su contrincante, el también nacionalista Juan Orlando Hernández, le había robado las elecciones de su partido por medio de un fraude electoral.

»Álvarez se dispuso a reclamar ante las autoridades el conteo “voto por voto” de las elecciones, anunciando que interpondría un recurso ante la Corte Suprema de Justicia. Poco después del anuncio, el Congreso Nacional destituyó a cuatro Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en un golpe técnico del Poder Legislativo y el conteo no sucedió.

»Los magistrados separados por el CN presidido por Juan Orlando Hernández, quien arribó al pleno de la Cámara Legislativa a eso de la 1:30 de esta madrugada, son José Francisco Ruíz Gaekel, Rosalinda Cruz Sequeira, Gustavo Enrique Bustillo Palma y Antonio Gutiérrez Navas, lo que fueron propuestos por el Partido Liberal. Los diputados alegaron que el Congreso Nacional no tiene potestad para destituirlos, y que la ejecutoria atenta contra la separación de poderes[3].

»El entonces Diputado por UD, Marvin Ponce, expresó: «Detrás del golpe técnico está el interés político del Presidente del CN, Juan Orlando Hernández[4]».

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El tiempo de las elecciones de 2013 llegó. La candidata de LIBRE, Xiomara Castro Sarmiento, se enfrentó a Juan Orlando Hernández, en unas elecciones marcadas por la polémica y la desconfianza de la ciudadanía en general hacia la pulcritud del proceso.

El resultado era esperado. Como nunca antes, LIBRE, en su papel de partido nuevo, alcanzó una gran cantidad de votos que en sus propias cuentas les había alcanzado para ganar la elección. No obstante, el conteo general de la votación dio por vencedor a Juan Orlando Hernández. El Partido LIBRE se declaró inútilmente como vencedor del proceso, aduciendo un nuevo fraude electoral por parte del Partido Nacional y Hernández Alvarado, pero luego reconoció la derrota.

El 27 de enero del 2014, el Partido Nacional inauguró su nuevo gobierno al mando de quien pasó a ser llamado por la mayoría popular como “El Hombre”, en una forma peyorativa y sarcástica, y con un mote que sólo se le había dado al inolvidable dictador Tiburcio Carías Andino (1933-1949). Así comenzaron las comparaciones, el resalte de las similitudes retóricas y prácticas dentro de la administración pública.

Las sospecha de las intenciones del gobernante por reelegirse comenzaron inmediatamente después de su juramentación como Presidente de la República en un Estadio Nacional que no lucía totalmente lleno, a pesar de la enorme pauta publicitaria que el Partido Nacional había desplegado para ello. Todo empeoró cuando casi a mediados del 2014 la prensa y las autoridades competentes informaron que el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) había sufrido un desfalco de más de 7 mil millones de lempiras, los que habían sido repartidos entre los propios funcionarios del PN y entre algunos líderes políticos de los otros partidos.

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Porfirio Lobo declaró públicamente que él sabía de la corrupción el IHSS, pero se lo había callado por el bien de la elecciones de 2013.

El acto de corrupción más grande de la historia del país (el IHSS) no estaba solo, lo acompañaba entre muchos otros el robo de los dineros prestados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el propio Estado para la construcción de Trans-metro que recorrería los bulevares Centroamérica y Suyapa en Tegucigalpa. Los actos estuvieron a punto de crear una nueva gran crisis político-social cuando el ex-mandatario Porfirio Lobo declaró públicamente que él sabía de la corrupción el IHSS, pero se lo había callado por el bien de la elecciones de 2013.

El punto más alto de la inconformidad con el gobierno y la figura de Hernández se dio cuando Óscar Álvarez Guerrero, un viejo jugador del PN, aceptó que el Partido Nacional sí había recibido parte de los dineros del IHSS, pero que lo había hecho ignorando la verdadera procedencia del dinero, y que además ya lo había devuelto. Más tarde trascendió que parte de dichos recursos habían sido utilizados en la campaña presidencial del Partido Nacional, mientras la oposición declaraba que al menos unas 3000 personas perecieron como víctimas directas e indirectas por la escasez de medicamentos, y el caos administrativo que creó en la institución todo el conflicto.

La administración de Hernández, una administración neoliberal, auxiliada por la Iglesia y el poder militar, ha incrementado los costos de la vida, los impuestos ciudadanos, los cargos arancelarios, la militarización de la sociedad  (para hacer frente a la violencia que ha cobrado miles de vidas de manera ininterrumpida desde por lo menos hace diez años), la privatización de las empresas nacionales (ENEE) y muchísimos otros errores y abusos que han sido evidenciados por la ciudadanía y por las propias acciones del gobierno.

Por otra parte, es cierto que al gobierno ha tenido importante aportes y aciertos que no se han asumido con responsabilidad por la pasionalidad política de quienes lo adversan. Entre ellos están la reducción de déficit fiscal, la reducción de gasto público, la implantación de Proyecto de nación (plan de nación 20/20), etc.

Lo que no se puede negar, es que con la inscripción de Juan Orlando Hernández como candidato a la Presidencia del país por segundo periodo consecutivo, un nuevo capítulo se abre en la política nacional. La inscripción del TSE se ampara en un fallo dictado por la Corte de los Constitucional, mientras, la oposición, que no ha hecho nada durante todo el proceso, alega que se ha roto (de nuevo) el orden constitucional, violentado los artículos pétreos.

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Fuera de criticar, marchar y discutir, la oposición es una oposición de discurso, no de acción.

La historia de la humanidad ha estado llena de hombres impositivos y megalómanos que se prenden del poder. El actual Presidente, cuya dinámica continuista ha puesto en jaque a las estructuras políticas del país, se perfila hacia un gobierno totalitario y represor, como ya nos lo ha demostrado en sus años de gobierno.

El proyecto reeleccionista del Partido Nacional hoy por hoy tiene nombre, se llama Juan Orlando Hernández, y es un proyecto con matices dictatoriales de un hombre astuto y audaz . Juan Orlando, el Presidente, se apunta a la contienda, y amenaza de nuevo con aniquilar toda oposición haciendo lo que haya que hacer para ello, y para poder decir nuevamente «Yo, el Presidente».

 

Citas al pie. 

[1] Disponible en: http://www.presidencia.gob.hn/index.php/gob/el-presidente/biografia2, visto el 14/12/16.

[2] Tómese en cuenta que la historia del país ha estado llena de tiranos, pero en ninguna época las personas tuvieron tanto acceso a la expresión como la actual, sobre todo con las redes sociales.

[3] Hemeroteca Nacional de Honduras, El Heraldo, “Congreso de Honduras asesta golpe técnico a la CSJ”, edición del 7/04/2013.

[4] Ibíd.

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