La presidenta de la República de China (Taiwan), Tsai Ing-wen, arribó a la base aérea de Palmerola este domingo 9 de enero del 2017 para comenzar su primera gira en América visitando Honduras, antiguo aliado de la nación asiática. Sin embargo, desde el punto de vista internacional, la visita es significativa ya que hay fuertes indicio de que la gira de la presidenta podría culminar con una visita de la presidenta y su comitiva a Estados Unidos, donde podría reunirse con el presidente electo Donald Trump o con miembros de su gabinete de transición. Ese prospecto ha encendido las alarmas en Beijing, sede del gobierno de la República Popular de China, que considera a Taiwan como una provincia más de su territorio y no reconoce su gobierno.
La controversia en torno a este tema comenzó con la llamada que realizara la presidenta Tsai Ing-wen al presidente electo Trump para felicitarlo por su victoria electoral. Trump, fiel a su costumbre de ventilar aspectos públicos de su transición por medio de la red social Twitter, informó sobre la llamada vía tweet, refiriéndose a Tsa Ing-wen como “presidenta de Taiwan”, en lugar “líder de Taiwan”, como ha sido la práctica de los gobiernos estadounidenses desde la presidencia de Jimmy Carter. Esta práctica es conocida como “One China Policy”, o política de “una sola China”, en la que Estados Unidos reconoce tácitamente a Taiwan como parte de la República Popular de China, a pesar de mantener relaciones no oficiales con Taiwan.
El gobierno de la República Popular de China respondió al gesto de Trump con un comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores, en el que manifestaron, «Hemos transmitido una protesta solemne a la parte estadounidense correspondiente. Hay que insistir en el hecho de que sólo existe una China y que Taiwán es parte inalienable del territorio chino.” El prospecto de una visita de Tsai Ing-wen a los Estados Unidos y de una posible reunión con Donald Trump podría ser definitoria en su enfoque de relaciones internacionales, en particular con China, una vez llegado su gobierno.
Por otro lado, la comunicación de Trump con la presidenta Tsai Ing-wen ha levantado las esperanzas del pueblo y gobierno de Taiwan, aunque siempre existen reservas dada la volatilidad del presidente electo. Analistas y medios de comunicación afirman que el gesto de Trump podría tener su origen en su desconocimiento de las prácticas de política exterior estadounidense, y por lo tanto, su comunicación con la presidenta de Taiwan sería de buena fe, pero en última instancia no significativa.
¿Y Honduras?
La controversia en torno a las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Taiwan tendría un efecto mínimo o nulo en las relaciones de Honduras con ambos países. La injerencia estadounidense prácticamente institucionalizada en el país y afianzada por los últimos gobiernos nacionalistas no sufrirá muchos cambios, a pesar de la aparente política proteccionista que implementaría Trump al entrar al gobierno.
Por lo que respecta a Taiwan, la visita reciente de la presidenta ha cimentado las relaciones diplomáticas, que ahora pasarán a una esfera comercial, además de una larga tradición de acuerdos de cooperación. Según lo manifestado por la presidenta Tsai Ing-wen a su arribo en Palmerola, este año se cumplen 75 años de relaciones diplomáticas entre Honduras y Taiwan.