EEH Y LA GUERRA DE LAS TÉRMICAS
Cuando la relacionadora pública de la Empresa Energía Honduras (EEH), Alejandra Rodríguez, informó a la prensa el pasado 11 de junio que fue un problema de la red de transmisión de la ENEE el que afectó a varios circuitos a nivel nacional, causando la interrupción del servicio de energía en varias ciudades de la costa norte del país, nadie la escuchó, porque nadie la quería escuchar. Comenzó lo que ahora podemos interpretar como una guerra mediática varias veces repetida en la historia reciente de Honduras, entre grupos muy poderosos del sector energético y el proyecto de hacer funcionales las finanzas de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, que luego de 20 años sigue pagando la energía más cara de la región, sin un cambio real en beneficio de la población. La señorita Rodriguez y la ENEE intentaron aclarar una y otra vez que la red de transmisión es responsabilidad de la ENEE, que la interrupción se debió a un error involuntario que se dio mientras los técnicos (de la ENEE) realizaban mantenimiento en un transformador de alta potencia en Subestación El Progreso (de la ENEE), pero todos señalaron a la recién creada EEH como culpable y la opinión pública comenzó exigir su cabeza.
Inmediatamente desplegaron las acciones ciudadanas reclamando por la suspensión del contrato con EEH, la prensa informó de pobladores de Copán Ruinas que se tomaron la carretera que conduce hacia la aduana de El Florido, para protestar por los constantes apagones que sufren en esa zona turística de Honduras; el presidente de la Camára de Comerico, Jorge Faraj, habló de las pérdidas en el sector empresarial producto de los constantes apagones; desde los foros televisivos se inició una campaña señalando un «aumento injustificado» en las tarifas, mostrando humildes familias con deudas desproporcionadas en los recibos de la luz; la oposición política aprovechó la crisis con ánimo de golpear al gobierno de Juan Orlando Hernández, produciendo videos que «explican» a la población sobre la lectura del contador de energía, haciendo creer que el problema es la medición, sin realmente profundizar en las razones de la crisis.
La crisis energética en Honduras no es nueva, tenemos más de veinte años de estar en ella. Desde aquellos meses de racionamientos en el gobierno de Reina, cuando fue necesario cambiar el uso horario para acoplar nuestro trabajo a las horas de luz; hasta este día, cuando el fantasma de los cortes prolongados oscurece gran parte del país. Seis presidentes de la República han pasado y un número aún mayor de gerentes de la ENEE y nada ha cambiado.
UN POCO DE HISTORIA: LA CRISIS DE 1994.
Antes de la formación de la ENEE en 1957 cada ciudad del país era servida de forma aislada por pequeñas unidades generadoras de energía eléctrica, en su mayoría movidas por motores diésel, que pertenecían a las municipalidades, Juntas de Desarrollo, al Estado o a Empresas Privadas.
Fue en 1964 cuando la ENEE finalizó la construcción del primer proyecto de energía, la Central Hidroeléctrica de Cañaveral en Peña Blanca, Cortés, que dio inicio de lo que es hoy el Sistema Interconectado a nivel nacional; es decir, una red de transmisión eléctrica que cubre las principales regiones del país, la cual están conectadas las centrales generadoras y los diferentes centros de consumo y que ha crecido de forma desordenada.
En los años 80 y 90, luego de la instalación de parques industriales de maquilas y empresas de manufacturación textil en el país, la demanda de energía subió y fue necesaria una expansión del Sistema Interconectado Nacional. Se construyó la represa El Cajón. Pero a pesar de haberse promovido como la solución al problema energético del país, la crisis se mantuvo.
Para 1994, el sector energético nacional no daba a basto. Comenzaron los razonamientos que duraban más de 12 horas diarias. La ENEE simplemente no podía satisfacer la demanda de energía. El Congreso Nacional, buscando dar respuesta a la problemática y siguiendo los lineamientos de los organismos internacionales, aprobó la Ley Marco del Subsector Eléctrico (LMSSE) que permitió el ingreso de inversores privados en la generación de energía eléctrica que por 40 años había sido monopolio estatal. Se firman así los primeros contratos calificados como leoninos con las generadoras térmicas de energía, dando inicio a la construcción de verdaderos imperios económicos que son quienes mantienen secuestrado, hoy en día, la generación de la energía eléctrica que consumimos los hondureños.
La demanda de energía eléctrica en Honduras, en invierno, es de 1600 Gigawatts al mes y en verano es de unos 1750 GW. Esa diferencia se debe al aumento del consumo de aire acondicionado (entre otras razones) durante los meses de calor y a la baja del nivel del agua necesaria para las hidroeléctricas. De esos 1600-1750 GW, 600 GW se producen en generadores de energía renovable, unos 800 GW en generadores térmicos y el resto es hidráulico. 2,000 GW es la potencia instalada del país, según afirman estudios de la ENEE que indican además que la demanda máxima se da en horas de la noche.
En total son 14 empresas térmicas las que le suministran a la ENEE, energía a base de búnker y diesel, pero de ese total, ocho compañías son las que venden más del 80% que compra la ENEE.
Entre las empresas que venden la mayoría de la energía al Estado están ENERSA, EMCE y Choloma, propiedad del Grupo Terra del magnate Freddy Nasser, que también cobran costos por mantenimiento de sus plantas al estado, lo que encarece en 25 por ciento el precio del kilowatio hora de energía; la empresa Luz y Fuerza de San Lorenzo, S.A de CV (LUFUSSA), propiedad del grupo Kafie y la empresa Eléctrica Cortés S.A. (ELCOSA) propiedad del actual presidente del COHEP, Luis Larach.
Está también la empresa Nacional de Ingenieros que opera desde febrero de 2000 en la ciudad de La Ceiba, facturando por concepto de cargos fijos unos 35 millones de dólares, con el agregado que la ENEE le provee el combustible diesel.
Son estas las empresas que han mantenido el control casi total de la generación de energía eléctrica en el país, por lo menos desde hace 20 años. Son el inicio de una larga y complicada cadena, y el único eslabón que hasta el momento no ha sido supervisado, dando lugar a cobros indebidos, como lo confirmó el Tribunal Superior de Cuentas (TSC) en junio de 2015, cuando obligó a la empresa de Nasser a devolver 31 millones de lempiras, que en su momento fueron pagados de forma indebida a la Empresa de Energía Renovable S.A. de C.V (Enersa), por concepto de compra de energía eléctrica.
LOS MEDIDORES DE FRONTERA Y LA AUSENCIA DE CONTROL.
Durante dos décadas la producción de energía térmica en Honduras se realizó sin medidores de frontera. La ENEE no tenía forma de saber cuánta energía entraba de cada generador y pagaban lo que el contrato decía, aunque el generador estuviera apagado.
Los medidores de frontera buscan contabilizar la energía de entrada, de los 52 generadores conectados a las redes de distribución que suman 182 fronteras de entrada en circuitos que son la red de transmisión.
Hay más de un millón ochocientos mil clientes a nivel nacional. Documentos de EEH indican que hay cuatrocientos mil clientes sin medidor y muchos están dañados porque la ENEE no le dio revisión apropiada.
Sin medidores de frontera para medir la entrada ni correctos medidores de salida en los usuarios, la ENEE ha funcionado a ciegas durante todos estos años, generando pérdidas de hasta siete mil millones de lempiras para el pueblo hondureño.
De esos siete mil millones de lempiras, tres mil millones son prácticamente incobrables, según fuentes internas de la ENEE, porque pertenecen a ciento cincuenta mil clientes que no se sabe qué pasó con ellos. Pero hay cuatro mil millones que se pueden cobrar, en su mayoría del mismo gobierno. El SANAA, para el caso, es el mayor deudor de la ENEE, de todos los doscientos noventa y ocho municipios de Honduras, solo sesenta y uno están al día.
OTRA CRISIS CREADA.
No es la primera vez que las compañías generadoras de energía recurren a la crisis para forzar un acuerdo con el gobierno. En 2014, al momento que debía negociarse un nuevo contrato con varias de las grandes empresas térmicas, arrancó una crisis que llevó a racionamientos en varios rincones del país.
El presidente del Sindicato de Trabajadores de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Stenee), Miguel Aguilar, denunció en ese momento que la crisis energética del país fue provocada por las empresas generadoras térmicas.
«Estas empresas han sacado la energía del sistema, aduciendo que no hay combustible, que hay problemas en las tuberías y otros argumentos», dijo Aguilar, pero «lo han hecho para chantajear al gobierno», agregó.
Para el mes de agosto de ese año, y luego que el Congreso Nacional aprobara 250 millones de dólares para el pago alas térmicas, acabaron los apagones.
EL PRECIO DE LOS CONTRATOS CON LAS TÉRMICAS.
Según un estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), un 70 por ciento de la energía ofertada a Honduras se produce mediante la utilización de bunker y diésel.
De los 16,000 millones de lempiras de su presupuesto anual de la ENEE, la estatal eléctrica destinaba 14,000 millones para la compra de energía térmica o sucia.
En 2013, las tres mayores empresas de generación de energía recibieron 15,433.3 millones de lempiras por venta de electricidad (eso incluye energía renovable eólica y solar). El Grupo Kafie, que es propietario de las plantas Lufussa I Diésel (39.5 MW), Lufussa I Bunker (30.5), Lufussa Valle (80 MW) y Lufussa III (237 MW), vendió 7,421.5 millones de lempiras.
Por su parte el Grupo Terra, que es propietario de Emce Choloma (60 MW), Enersa (246 MW) y Enersa Excedente (30 MW) vendió 7,046.6 millones de lempiras en energía generada con bunker a la estatal eléctrica.
En cuanto a la empresa Electricidad de Cortés S.A. (Elcosa), propiedad de Luis Larach (presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada) quien posee una planta con capacidad de 80 megavatios con bunker, vendió 965.5 millones de lempiras.
La ENEE además han erogado miles de millones de lempiras con empresas que les han pagado contratos sin generar un tan solo kilovatio de energía, por la figura del «costo fijo de instalación», de empresas que aunque no generen energía debe pagárseles, para que operen en el momento «que se les necesiten».
Son estas las empresas que durante años impidieron que la ENEE instalara medidores de frontera para controlar el flujo de energía que entra al sistema. Pero hay un elemento más a considerar. Este año vencen dos contratos de generación térmica, Lufussa de 33.5 megavatios y el contrato de 80 megavatios con la empresa Elcosa. El próximo año venden además el contrato de 200 megavatios de Enersa.
Según la nueva Ley de la Industria Eléctrica, una vez que se venzan los contratos de compra de energía (PPA- Power Purchase Agreement, en inglés) no se pueden renovar. La Enee debe entonces comprar energía mediante licitación pública internacional.
Ante el vencimiento de esos contratos, la Enee y la Empresa Energía Honduras (EEH), como operador del sistema de distribución, deben asegurar la compra de energía firme para garantizar el suministro a sus clientes. No hay aún idea de a quién le comprarán ni a cuanto.
Y esa es, la razón de la crisis.