Entrevista a Suyapa Martínez del CEM-H
«Las mujeres somos saldo de guerra. Así nos denominados, saldo de guerra por la criminalidad que atraviesa nuestro país».
Suyapa Martínez nos recibido en su despacho del Centro de Estudios de Derechos de la Mujer Honduras, CDEM-H, para hablar de los femicidios. El término femicide, de donde luego derivó la palabra «Femicidio», fue utilizado por primera vez en 1976 ante el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra la Mujer en Bruselas, para definir las formas de violencia extrema contra la mujer. Diana Russell y Jane Caputi, redefinieron este concepto en 1990 como «el asesinato de mujeres por hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres». Su aporte, según la página de Wikipedia que habla de femicidios, fue visualizar que los motivos por los que históricamente se han asesinado personas son los mismos por los que se asesina a las mujeres, entre otros por motivos de raza, nacionalidad, religión, origen étnico u orientación sexual y enmarca, por lo tanto, el femicide como un crimen de odio.
En el contexto internacional, Centroamérica aparece con la incidencia más alta de femicidios en el mundo, con países con tasas que superan el nivel de epidemia de Organización Mundial de la Salud (OMS). Honduras y Guatemala también muestran elevadas tasas de homicidios, aunque con una tendencia a la baja en la mayoría de los países.
El uso de armas de fuego de forma generalizada, la crueldad y el ensañamiento con que se cometen los crímenes, y el aumento de la violencia sexual que llega a estar involucrada en uno de cada cuatro femicidios (uno de cada diez en el pasado) son comunes en toda la región, las mujeres jóvenes son las principales víctimas, aunque se registran asesinatos de mujeres de todas las edades.
En esta nueva red de interrelaciones y actores armados y organizados, reconfigurando el temido social en el triángulo norte de Centroamérica y expandiendo su influencia al resto de la región, destaca el incremento de armas legales e ilegales de bandas de hombres armados vinculados a las economías ilegales (extorsión, asalto, marco actividad, trata, sicariato) y la tendencia creciente a la remilitarización como la va vía privilegiada de los gobiernos para combatir la violencia y la inseguridad.
Situación en Honduras.
Suyapa Martínez del Centro de Estudios de Derechos de las Mujeres Honduras (CDEM-H), tiene la representación de Honduras ante la estrategia de seguridad del sistema de integración de Centro América. Ella afirma, que el año mas fuerte de violencia contra las mujeres en Honduras fue el 2013.
«Se registraron 636 asesinatos, había venido en ascendencia desde el 2009 hasta el año 2013, en el 2014 baja un poquito, 2015 otro poquito quedando en 471 mujeres asesinada, si bien se presenta una rebaja de homicidios, la tasa en los últimos siete años se ha mantenido. 3,499 mujeres han sido asesinadas en Honduras» —afirma Martínez.
La cantidad de asesinatos ya no es asombro para la población. Nos hemos acostumbrado a ver una mujer metida en una bolsa, con los bustos cercenados, los brazos cortados, o partes de sus cuerpos que no aparecen, no se encuentra, en la escena del delito. Nos hemos acostumbrado a saberlas desaparecidas.
Según la feminista, todo se debe a la impunidad que impera en el sistema de justicia. De los 3,501 asesinatos durante los últimos 7 años, sólo 1,214 entraron a la corte.
«No es que fueron judicializados, se presentaron. Del resto no se pudo hacer nada, porque no se logró documentar» —agrega.
Pero los números no terminan allí. De los 1,214 casos que entraron a la corte, sólo 631 fueron sentenciados. El 60% de ellos fueron sentencias condenatorias, el resto de los procesados fueron absueltos.
Suyapa Martínez nos cuenta que para esos casos absueltos, el ministerio público no pudo probar la culpabilidad de los procesados.
La forma como se realizan las masacres también ha cambiado, según Martínez, el asesinato ya no es de una mujer solamente, sino de 2, 3 y 4 mujeres asesinadas en masacres.
La impunidad es más del 95% en el país, según explica Suyapa Martínez. En femicidios, es la más grande de la región del triángulo norte. Para eso, el Congreso Nacional creó la unidad de instigación de muertes violentas de mujeres y femicidios con un presupuesto de 30 millones de Lempiras, pero a finales de agosto de este año, la Secretaria de Finanzas no había traspasado los fondos al Ministerio Público.
«Nos reunimos con el Fiscal General del Estado a principios de este mes de septiembre, para verificar si les habían traspasado el dinero, nos explicó que inauguró la unidad de investigación en el mes de marzo, que se utilizan fondos del Ministerio Público como modalidad de préstamo para que funcione. Eso evidencia que desde Secretaria de Finanzas no es prioridad destinar los recursos para que se investigue la muertes de las mujeres, aunque el congreso haya probado la disposición presupuestaria», argumenta Martínez.
La defensora de los derechos de la mujer informó a El Pulso que el CEM-H hace un trabajo de seguimiento del presupuesto de la Fiscalía de la Mujer, que solo tiene el 2% de todo el presupuesto del Ministerio Público, como también de los juzgados, que hay 3 en toda la República: Tegucigalpa, San Pedro Sula y La Ceiba.
«La realidad es que son presupuestos raquíticos, más la estructura de macro gabinetes que creó el presidente Juan Orlando Hernández, que no solo tiene concentradas las decisiones, sino también el presupuesto y no da información al pueblo de cómo lo gasta. Eso lo hemos constado en las audiencias de presupuesto, y si no se sabe cuánto se gasta, tampoco se sabe cuánto sobra para que se aumente y se puedan hacer investigaciones femicidas en el país. Se necesitan grandes investigaciones sobre la conducta femicida y encontrar la causa, porque los hombres están matando a las mujeres, ya se sabe que es una cultura patriarcal, que la costumbre que la mujer es propiedad ,que le pertenece, pero ¿por qué las matan?»
Según estudios hechos por el CEM-H sobre los nuevos perfiles y nuevos escenarios de los crímenes, se ha constatado que se dan por venganza con la misma familia, vengándose en las mujeres de esa familia. Lo han constatado en asesinatos que se cometen en las colonias capitalinas, como también el la costa norte, donde se ha visto, por ejemplo, que cuando no encontraron a la hija o el hijo que buscaban, matan a la mamá.
«A eso les denominamos venganza contra terceros» —explica Martínez.
Otra de los factores que agudiza el femicidio, es que no hay acciones de prevención sobre todo de la población joven que es la más afectada.
«Tenemos información de que hay niñas que están siendo obligadas a vender droga o cobrar impuesto de guerra, ya se conoce por quienes, el crimen organizado, no se ve la acción de la dirección de la niñez, adolescencia y familia que haga esa actividad de preveción» —dice Martínez quien agrega que hay casos en donde las bandas llegan y le dicen a la madre «dame a tu hija para que trabaje para nosotros, sino te mato a vos, a tus hijos y a todos los demás de tu familia».
«Las familias terminan entregando a las hijas, las niñas terminan sometidas a situaciones de esclavitud frente al narcotráfico, y no solo esclavitud para la venta sino también para la trata, y aparece una mujer asesinada, otra y otra mujer asesinada, y como no hay investigación de parte del Ministerio Público, no existe interés de los operadores de investigar de que son esas redes del narcotráfico que se están moviendo, que están instrumentalizando a las mujeres en todo el país».
Según Martinez, las medidas de seguridad tomadas por el gobierno de Juan Orlando Hernández, no son la respuesta a la guerra que vive el pueblo hondureño, en particular la mujeres que están sometidas a tratos degradantes y en permanente riesgo.
«Los indices disminuyen pero las tasas de femicidios se mantienen —dice y da el número de 4,505 mujeres asesinadas—, muchas de ellas de forma macabra, partidas en pedazos y metidos en un costal. Es tenebroso y el estado no investiga, se convierte en cómplice de todos los malos tratos y pérdida de la vida, porque los hechos se repiten, porque no existe investigación, porque impera la la impunidad».
Según el CEM-H, el femicidio en Honduras tiene nuevos caracteres, ya no es el femicidio íntimo de pareja o de expareja, de novios o exnovios, ahora tiene otras dimensiones, nuevos escenarios tales como la instrurmentalización de mujeres del ámbito público, «por ser mujeres las utilizan y después las matan, y el estado no brinda ninguna protección».
«Como va creer que una niña de de 12 años va tener razonamiento de adulta para meterse por su voluntad a vender droga o al sicariato —dice Suyapa Martínez— claro que no, la amenazan para que sienta miedo y la obligan a hacer cualquier cantidad de cosas y el Estado no esta haciendo nada por brindar protección, cada asesinato de una niña, cada asesinato de mujer es responsabilidad del Estado, es responsabilidad de los gobiernos y en este momento del gobierno de Juan Orlando Hernández».
Las ciudades con mayor incidencia de femicidios en el país son San Pedro Sula y el Distrito Central, en donde se registra el 70% de los casos. En la capital se dan donde se mapea la pobreza, denominadas zonas calientes por los mismos cuerpos de seguridad.
«Últimamente conocemos de la colonia Cruz Roja al sur de la ciudad. La zona del pantanal y la San Francisco, se ha registrado crímenes de mujeres jóvenes de entre 13 a 19 años, por razón de ser mujeres pobres. Matan una joven en el barrio y es que quizá estaba metida con la mara. No investigan si la obligaron. Dicen que es porque le gustaba el dinero fácil y por eso la mataron, que ella se lo buscó. Esos son los calificativos de los mismos cuerpos de seguridad que justifican el hecho en vez de de decir que van hacer un trabajo de prevención y proteger a las niñas que están siendo amenazadas, que están obligadas hacer cosas» —agrega Suyapa Martínez del CEM-H y concluye:
«Las maras son autoridad, donde ellas gobiernan la comunidad, se convierten en jueces. Si se dan problemas de violencia domestica, violaciones, cualquier altercado entre la familia, o sea problemas que deberían dirimirse en un tribunal de justicia, son dilucidados en los «juzgados» de las maras. Sea por miedo o por cualquier motivo, es un estado de ingobernabilidad. Si cada barrio tiene su gobierno a ese nivel de esas estructuras, entonces para qué se tiene Corte Suprema de Justicia, para qué el sistema judicial, para qué tanta policía».