Por ANNA-CATHERINE BRIGIDA / opendemocracy.net
En El Salvador, el simple hecho de ser sospechosa de haber tenido un aborto puede poner a una mujer tras las rejas. En febrero de 2008, Teodora del Carmen Vásquez fue sentenciada a 30 años de prisión por homicidio agravado después de haber dado a luz un bebé muerto.
«Fue lo peor que pude haber vivido», dijo Vásquez, de 34 años, por teléfono. «Para mí, esos fueron momentos difíciles, más que nada porque me separaron de mi hijo y de las personas que me aman: mis padres y hermanos».
Vásquez fue liberada de la prisión en febrero de 2018, después de una década tras las rejas, cuando su sentencia fue conmutada por la Corte Suprema.
Sin embargo, no ha sido absuelta del crimen y el gobierno no se ha disculpado por su larga detención. Tampoco puede recuperar el tiempo perdido con su hijo que ahora tiene 14 años.
Más de 100 mujeres han sido condenadas por crímenes relacionados con el aborto en El Salvador desde 1997.
Grupos religiosos que cabildearon por la prohibición hace más de 20 años, continúan protestando por el aflojamiento de las restricciones que se han propuesto en la asamblea legislativa del país, la última de las cuales no se aprobó en abril de 2018.
El Salvador es históricamente católico, pero en las últimas décadas, las comunidades protestantes, incluidas las comunidades pentecostales y evangélicas cristianas han crecido aquí y en Honduras. En Guatemala y Nicaragua, entre 36 y 41% de la población en estos países ahora se identifica como protestante, de acuerdo con el Centro de Investigación Pew.
Este cambiante panorama religioso no representa una buena noticia para mujeres como Vasquez. Cristianos evangélicos y pentecostales en El Salvador, regularmente apoyan las políticas de derecha y promueven ideas conservadoras sobre sexualidad, derechos de las personas LGTBI y salud reproductiva.
Durante 20 años, las organizaciones que luchan por la despenalización del aborto en El Salvador han encontrado una oposición férrea entre las iglesias evangélicas. A través de América Latina, las iglesias protestantes han sido más rígidas en su oposición al aborto que la iglesia Católica, según un estudio de Pew Research Center.
«Estás hablando de un grupo de gente muy conservadora, en donde el aborto está mal en el 90% de los casos y la homosexualidad está mal siempre. Son muy conservadores en el tema de Salud Reproductiva y valores sociales», dijo Timothy Wadkins, profesor de Estudios Religiosos y Teología de la Canisius University en Estados Unidos.
Las iglesias evangélicas han tenido presencia en El Salvador desde al menos el siglo XIX, según Wadkins, pero no se expandieron significativamente hasta fines de la década de los setenta.
En ese momento, El Salvador, Guatemala y Nicaragua enfrentaban una intensa lucha interna con las insurgencias de la guerrilla de izquierda que se alzaban contra las elites conservadoras propietarias de tierras. El Salvador fue el último de los tres en entrar en una guerra civil en toda regla, en 1980.
El conflicto de 12 años fracturó el control sobre la tierra y los recursos de un pequeño grupo de élites, muchos de los cuales eran aliados de la iglesia católica. En medio de este cambio, las enseñanzas de los cristianos evangélicos, que se centran en el individuo y no estaban asociadas con el orden social tradicional, se volvieron más atractivas para algunos ciudadanos.
«La mayoría de esas personas (que simpatizaron con la iglesia evangélica) acaban de empezar a ver a la iglesia católica como irrelevante porque representaba algo viejo y anticuado y sus tesis eran nuevas … estos eran individuos sin dueño que piensan por sí mismos y tomar decisiones por sí mismos», dijo Wadkins.
Durante este período, continuó, «Lo que tienes es un declive masivo en la lealtad católica y es allí donde los evangélicos entraron e hicieron un trabajo magistral con estos católicos sin iglesia».
En ese momento, una pequeña parte de la iglesia católica se estaba moviendo hacia la teología de la liberación, un movimiento que enfatizaba la responsabilidad de la iglesia de luchar por la justicia social. Pero los políticos estadounidenses favorecieron el cristianismo evangélico en el contexto de la Guerra Fría.
Michael Cangemi, profesor de la Universidad de Binghamton en Nueva York, dice que el evangelismo fue «atractivo en un sentido político a ambos dictadores políticos en Centroamérica, pero tambien a los políticos de los EE.UU.», ya que era la «antítesis» políticamente conservadora de la teología de la liberación y «ardientemente anticomunista «.
Los EE.UU. tenían las manos hasta el fondo en Centroamérica en la década de 1980, pero Wadkins afirma que las campañas de conversión evangélica fueron dirigidos principalmente por iglesias que ya estaban en el país, en lugar de los misioneros extranjeros.
Hoy, los evangélicos de El Salvador continúan protestando por cualquier cambio a las extremas leyes antiaborto del país.
El partido derechista ARENA ganó la mayoría de los escaños en las elecciones parlamentarias de marzo de 2018. Poco después, los activistas a favor del aborto comenzaron a empujar a la despenalización del aborto en algunos casos, esperando lograrlo antes que los nuevos funcionarios asumieran el cargo.
Pero la reacción fue feroz. En abril, un consorcio de organizaciones religiosas, tanto, católica y evangélica, organizaron una «Marcha por la Vida» a través de San Salvador para protestar contra el aflojamiento propuesta de las leyes anti-aborto del país.
La organización oficial era el Movimiento Nacional de Transformación, una coalición religiosa dirigido por el pastor evangélico Numa Rodezno. «Lo que están pensando hacer es un crimen. Es algo asesino», dijo Rodezno cuando salió la propuesta de ley.
El 26 de abril, el Congreso de El Salvador cerró para el período 2015-2018, sin que se pudiera aprobar modificaciones legales que relajen las restricciones a la suspensión de cualquier tipo de aborto.
«Algunas personas son muy conservadores y religiosos, y no piensan en los niños que están creciendo y las mujeres que están en prisión,» dijo Vásquez. «[Espero] que abran sus mentes».