Por Gilberto Ríos Munguía-Dirigente del Partido Libertad y Refundación.
Dimos seguimiento al capítulo de la historia boliviana que comenzó con el golpe de estado luego de las elecciones de octubre de 2019 en las que el Movimiento Al Socialismo (MAS) ganó los comicios en primera vuelta con el 47.06% de los votos totales, su contrincante más cercano Carlos Meza (derecha) obtuvo 36.51%. Según la ley electoral boliviana con más del 40% de los resultados finales y una distancia del 10% de su contendor más cercano, el triunfo fue en primera vuelta. Nos deben interesar los mecanismos que operaron en el escenario electoral y que lograron imponer la voluntad de las minorías pudientes y el capital trasnacional, por once meses, teniendo un final feliz el pasado domingo 18 de octubre.
En Honduras cumplimos en junio de este 2020, once años del golpe de estado que dieran inicio a esta modalidad de interrupción del orden constitucional en América Latina, utilizando los viejos manuales de los golpes de la CIA desde los años 50´s con algunas adaptaciones, pero buscando la misma finalidad: imponer un régimen político capaz de profundizar el modelo neoliberal y los mayores niveles de concentración de la riqueza socialmente producida a costo de un alto nivel de bombardeo propagandístico en los medios nacionales e internacionales, sumado a un aumento significativo de la represión política de la oposición, persecución judicial, represión selectiva, criminalización de la organización, la movilización y la protesta pública.
En las primeras semanas el pueblo boliviano sufrió la brutal represión de su ejército nacional y también de su policía. Se contabilizaron rápidamente 37 asesinatos políticos entre masacres y acciones de represión selectiva, con las que el régimen de facto repitió el manual; el MAS con su máximo líder y presidente reelecto democráticamente en el exilio, optó de manera inteligente por priorizar su estrategia de lucha democrática. La derecha controlando parte de la institucionalidad del Estado Boliviano, no consiguió detener las capacidades organizativas de ese pueblo que aún en semejante adversidad, logró superarse así mismo.
Desde Honduras nos mantuvimos escépticos con el planteamiento del MAS, desde la experiencia nuestra, los márgenes electorales relativamente estrechos (2013) o las victorias contundentes (2017), se podían revertir con mayores involucramiento de las fuerzas represivas, los medios corporativos creando cercos mediáticos y con dirigentes de la derecha capaces de repetir tantas veces fuera necesario las mentiras más calumniosas y evidentes. Todos esos requisitos también los cumplía el régimen de facto de Jeanine Añez.
Según escuché de algunos dirigentes intermedios del MAS y algunos /as dirigentes nacionales, luego de casi 14 años de gobierno, algunos personajes de poderes locales e intermedios habían sido vencidos por el burocratismo, otros se habían anquilosado en algunas instituciones del Estado; nada anormal o escandaloso recordando que el Estado Burgués no está diseñado para cambiar la sociedad y cuando se intenta cambiarlo, siempre se sufren bajas. Es importante destacar que durante ese período de gobierno nunca hubo prácticas de corrupción sistemática estatal y menos de violaciones a los Derechos Humanos. Aunque sí se señaló cierto centralismo innecesario en la figura del Presidente Evo Morales.
Otros sectores del movimiento popular demandaban avances más rápidos en ciertas gestiones del gobierno del MAS; Esto se aprovechó mucho por la ultraizquierda y la derecha fascista, acostumbrados a los planteamientos idealistas del futuro y de mundos con realidades alternas que no se corresponden con el mundo material. Esto no significa que no hubiera demandas legítimas hechas por estos y otros sectores, solo apuntamos a cómo fueron capitalizadas por el enemigo.
Es preciso decir que el MAS entendiendo bien la estrategia imperial, jugó sus cartas maravillosamente. Evo desde el exilio junto con las enormes asambleas democráticas del Movimiento al Socialismo, lograron elegir a las más auténticas de las representaciones internas para las elecciones generales llevadas a cabo por la dictadura; renovaron su oferta partidaria y descompresionaron los estigmas creados sobre Evo, con una nueva fórmula presidencial que esencialmente representa la continuidad del proyecto socialista, indígena, clasista y plurinacional.
Casi el 55 % del resultado final favorable al MAS en estas nuevas elecciones, demuestra la efectividad de una estrategia que fue llevada a cabo por una dirigencia con capacidad meridiana en su análisis, un movimiento popular aplicado en su tarea electoral y de movilización popular, y por una ciudadanía en general que refleja una madurez política avanzada, que además castigó también con esa respuesta masiva, los desmanes administrativos y políticos del golpismo de facto de Añez.
El MAS y su contundente victoria constituyen un duro golpe a la moral de las oligarquías en nuestros países, a la vez que asesta una tremenda bofetada al imperialismo en el hemisferio, deja ante todo una gran lección: no hay quien pueda derrotar a pueblo organizado que ha construido con lucha una ideología revolucionaria.