Por Gilberto Ríos Munguía (•)
La caravana migratoria vuelve a poner a Honduras como tendencia en los buscadores noticiosos; En Guatemala las fuerzas de seguridad han humillado a sus hermanos centroamericanos por orden de los EEUU. La caravana se convierte en una paradoja. En las elecciones del 2013 y 2017 el Tribunal Nacional Electoral que oficializó el fraude tuvo el respaldo de las representaciones de las oficinas diplomáticas del imperio en Tegucigalpa. Lisa Kubiske y la Teniente Heide Fulton hicieron respectivamente el mismo papel que Llorens el 2009: garantizar la estabilidad del golpe y del régimen oligárquico.
Las asimetrías sociales se han profundizado en los últimos once años a un ritmo vertiginoso; las luchas populares han sido reprimidas violentamente, todos los asesinatos políticos de la década están en la impunidad. Lo mismo ha ocurrido con los casos de saqueos de fondos públicos (IHSS, SAG, INE, etc), y con los escándalos de narcotráfico que involucran a altas figuras políticas o al propio Juan O. Hernández. Más de ochenta periodistas y comunicadores sociales fueron asesinados y otro tanto salió al exilio. El régimen mantiene presos políticos a luchadores ambientales y del magisterio, centenares de dirigentes de la oposición son perseguidos judicialmente. El año 2019 cerró con setenta y cinco masacres, el 2020 con cuarenta y tres por el confinamiento, la violencia es la evidencia más clara de la descomposición social; el gobierno de facto es una analogía del crimen organizado, las instituciones del Estado de Honduras están secuestradas por una élite criminal oprobiosa.
La deuda externa creció cinco veces en la misma década, ninguno de los compromisos fue para la generación de empleo o el crecimiento económico, al contrario, las recetas fondomonetaristas generaron decenas de miles de despidos de las empresas del Estado, el destino de los grandes capitales adquiridos con tasas de retorno altas, fue directamente a las manos de los aliados políticos y socios económicos del régimen y a un sector importante de la banca privada; el pueblo deberá pagar también por eso. El crecimiento de la pobreza se quiso ocultar toda la década con la manipulación más cínica de las -ya de por sí engañosas- Estadísticas Oficiales. Los presupuestos de salud y educación fueron drásticamente disminuidos mientras aumentó el presupuesto de seguridad, los controles de la privacidad social en general y de la oposición política en particular.
En la arena política Libre conserva el lugar más importante en esta lucha por la democracia en Honduras. En el país en el que hace once años crear un partido de izquierda que representara los intereses del pueblo parecía una misión imposible, se ha desarrollado una institución que es la heredera directa de las luchas del Frente Nacional de Resistencia Popular contra el golpismo, la dictadura neoliberal y las viejas formas de la democracia pactada por élites económicas. Es el lugar natural para los que comprenden la necesidad del cambio estructural. Este año también será clave la Unidad con los demás sectores de la oposición que manifiesten un férreo compromiso por derrotar a la dictadura y sus aliados.