El gobierno hondureño no ha podido administrar la emergencia sanitaria por el coronavirus que está obligando a nuestros compatriotas a ingeniárselas para vacunarse contra el patógeno, comprenden que el fármaco no llegará a tiempo y quién sabe si todos nos podamos inmunizar.
Si bien es cierto que los países ricos e industrializados están acaparando a granel las dosis para aplicárselas a su gente, pero resulta que ellos sí han sabido planificar y adelantarse a los acontecimientos y no han improvisado como lo han hecho nuestras autoridades sanitarias, cuya secretaria de Salud Alba Consuelo Flores se ha dedicado a apagar incendios que no le corresponden e inventar historias que ya no queremos oír. ¡Se necesitan soluciones y no excusas!
La diferencia entre ellos y nosotros es que sí han sabido planificar a futuro y nuestros funcionarios se especializaron en la improvisación. Por ello, seguimos en los últimos lugares de Índice de Desarrollo Humano en el mundo.
El sistema sanitario está colapsado, los médicos ya se vieron sobrepasados en su capacidad para atender pacientes positivos al covid-19, no hay suficientes insumos de bioseguridad para atender con eficiencia y dignidad a quienes sufren por la pandemia, los hospitales móviles aún no funcionan (nos costaron más de mil 200 millones por una compra de buena fe), no hay regulaciones en la circulación y mucho menos contamos con las suficientes vacunas que nos permita migrar hacia la inmunidad de rebaño para retornar a la normalidad que hubo antes de la declaración de emergencia.
Los empresarios insisten que es urgente reactivar la economía y para ello precisa una masiva campaña para vacunar a la población en edad de trabajar, de lo contrario, también se verán obligados a contar muertos en sus filas mientras hacen falta camas y personal para combatir el patógeno que ha mutado a variantes más virulentas.
Por eso, no resulta extraño ver inmensas colas de personas buscando un cupo en los aviones para ir a EE.UU. a inmunizarse; a eso le dicen turismo de vacunación, otros que no tienen mucho dinero pero sí contactos optan por Nicaragua y El Salvador, saben que el vial no les costará un centavo y el resto de la población va perdiendo las expectativas de poder inocularse. La excusa de la funcionaria es que no había logística para traer al país apenas 40 mil frascos de Sputnik V y que vendrían desde la semana antepasada. Acabado el plazo fatal, no hubo ninguna respuesta y ahora dicen que arribarán al país en los próximos días…
Así como nos dijeron que los hospitales móviles comenzarían a funcionar pronto, lo mismo nos plantean ahora con los inmunizantes… Más de lo mismo cansa y aburre.
La indolencia de las autoridades llevó a un grupo de alcaldes a pedirle por las redes sociales al presidente salvadoreño Nayib Bukele que les donen vacunas para aplicarlas a la población de sus municipios. Ese pedido fue escuchado y solo resta algunos asuntos netamente administrativos para que se haga realidad.
Como siempre, el oportunismo no se hace esperar y la señora Flores, para salir bien librada de este bochornoso acto, carga sutilmente contra el Ejecutivo cuscatleco: «Muy agradecidos con los países amigos que no politizan la pandemia. Antes Israel nos donó vacunas y Rusia nos vendió la Sputnik V que esta semana llega con 40 mil dosis. En el pasado le donamos al pueblo de El Salvador medicinas y algún material de bioseguridad y ahora en reciprocidad, El Salvador nos ayuda a romper el bloqueo geopolítico y poder comprar la vacuna de China Continental. Honduras ofrece pagar por todas las que nos puedan conseguir para nuestro pueblo».
Nos preguntamos: ¿Cuál bloqueo geopolítico? ¿Cuál reciprocidad? ¡Tener acceso a vacunas era un asunto netamente de planificación y anticipación a los acontecimientos! Un buen funcionario, más allá de su militancia política-partidaria, es quien planifica a futuro en favor de su sociedad. La señora Flores simple y llanamente no ha estado a la altura de las circunstancias. A veces, tener dignidad no cuesta nada y cuando alguien no puede responder a las exigencias que le confiere el cargo, renuncia a fin que otro realice aquello que no se pudo realizar con eficiencia y eficacia.
Honduras sigue ocupando los últimos lugares en tasas de vacunación en América Latina. Hasta el sábado, apenas se reportaban 57 mil 639 inmunizados y dos mil 639 que recibieron su segunda dosis, mientras que El Salvador, Costa Rica y Panamá encabezan el ranking para Centroamérica con 1.1 millón, 950 mil y 781 mil vacunados, de manera respectiva. Si la región es una de las más empobrecidas y desiguales del mundo, ¿por qué esas tres naciones sí lograron tener acceso al mercado de vacunas y nosotros no? Ellos no improvisan, tienen funcionarios de salud idóneos en sus cargos y comprenden que la sociedad les paga sus sueldos, por lo que ellos cumplen con su trabajo.
En cambio, la secretaria de Salud se refugia en excusas y fábulas para hacernos creer que por ser pobres solo tenemos derecho a mendigar las sobras de las vacunas, mientras la población ya no cree en el discurso oficial y se aferra a lo que tiene a mano a sabiendas que no cuentan con el suficiente dinero para comprar medicinas que requieren sus enfermos de coronavirus.
¿Cuántas personas han fallecido por no tener a mano 30 mil o 50 mil lempiras para comprar un medicamento que les pudo prologar la vida por muchos años? Algún día lo sabremos.
Para muestra un botón, ya comienza a escasear el compuesto tocilizumab, que es considerado por los galenos como fundamental para tratar pacientes en etapas más avanzadas del covid-19 y cuya ausencia del cuadro básico pasará factura a aquellos que luchan por sobrevivir.
Señora Alba Consuelo Flores, ¡ya deje de mentir y de saludar con sombrero ajeno! ¡Póngase a trabajar y si no puede, ceda su cargo a otro que sí tiene las intenciones de frenar la pandemia!