(Por Gilberto Ríos Munguía •)
La Opción B en política electoral hondureña, tiene como referencia inmediata el acuerdo de élites de 1985, fue en realidad un acuerdo del bipartidismo; se realizaron elecciones internas y generales simultáneamente. Con eso pasaban a segundo plano las diferencias internas de las facciones de sus partidos y motivaban al elector a votar de manera indirecta por el que fuera finalmente el candidato. Ese pacto político daba continuidad a la constituyente espuria que se produjo en 1982, de ahí salió la vigente y obsoleta Constitución de la República.
La mayoría de fuerzas sociales y muchas fuerzas políticas de la época, estaban fuera del pacto y una buena parte adversaba la Opción B por representar intereses principalmente de los grupos económicos en el poder y de la estrategia de los norteamericanos, cuya prioridad era derrotar a las fuerzas insurgentes en la región mesoamericana y del caribe. La Doctrina de Seguridad Nacional con la que se persiguió, asesinó y desapareció a centenares de compatriotas, luchadores sociales y cuadros políticos de la izquierda, fue el instrumento base del acuerdo para continuar con la farsa democrática de los años ochenta. Cabe destacar que fueron dos gobiernos liberales y la cúpula militar, los principales encargados de operar ese diseño represivo.
En la actualidad la facción mayoritaria del Partido Liberal sugiere la utilización de la Opción B en un contexto distinto, donde la contradicción principal contra el modelo económico y político de Honduras la representa el Partido Libertad y Refundación. Los liberales han realizado abiertamente un cogobierno por más de una década que dio continuidad al golpe de Estado de 2009 y también a la profundización del modelo neoliberal. Mantener esa tensión con Libre en el imaginario colectivo es la única opción en estos momentos que tienen para proyectarse con posibilidades de poder.
En cuanto a las fuerzas sociales y la posibilidad de unir otros sectores de oposición, el régimen ha cumplido con una estrategia estricta de combate a las fuerzas populares, manteniendo presos políticos, persecución judicial, impunidad en los asesinatos selectivos, exilio de centenares de dirigentes, la estigmatización de todos los sectores que se oponen al modelo, a la vez que ha trabajado fuertemente en la división y creación de facciones políticas, sobre todo para combatir a Libre, principal preocupación del gobierno de facto y de las administraciones norteamericanas.
Aun así la crisis económica y la terrible gestión del régimen para combatir los efectos de la pandemia del coronavirus, ha golpead duramente al Partido Nacional de cara al proceso de noviembre. No son opción de gobierno y su candidato está señalado por bochornosos actos de corrupción en la administración de la Alcaldía Capitalina. Eso mermará su apoyo popular, no tendrán fácil ganar las elecciones siendo parte responsable de la presente situación.
En esa batalla también existen algunas fechas límites a las que debemos ponerles atención: el acuerdo y publicación de la nueva Ley Electoral y la finalización de entrega y depuración del Censo (que continúa necesitando prórrogas para garantizar la entrega del documento a toda la población hondureña, tanto a nivel nacional como al más de un millón de compatriotas que viven en el extranjero, principalmente en EEUU).
Si bien el calendario electoral marca una fecha importante en el mes de noviembre, los hechos que han venido ocurriendo en américa del sur (Ecuador, Chile, Colombia, por ejemplo) podrían denotar un cambio en las alternativas del pueblo hondureño; retomar la movilización popular y demandar de manera directa la salida del régimen y la apertura democrática podría ser nuevamente el horizonte. No se ven claros los caminos para la transformación social y política que demanda el país pero ya no hay tiempo, la pandemia y la crisis económica se complican dramáticamente.
Las opciones del pueblo se pueden aumentar en la medida que la ciudadanía y las organizaciones populares eleven su participación en los escenarios que tendremos en el segundo semestre del año 2021, creando articulaciones que puedan orientar y canalizar, de manera colectiva y horizontal, la gran cantidad de demandas de la población acumuladas a lo largo de la historia democrática del país y especialmente luego del golpe de 2009. No existen muchas alternativas si el deseo es ver un país próspero. El deber es ahora organizar.
(•)Dirigente del Partido Libertad y Refundación.