«Hasta agotar existencias» Por Jorge Sagastume

Redacción El Pulso8 diciembre, 2022

TEGUCIGALPA, Honduras

(Por Jorge Sagastume) La migración irregular es una de las peores desventuras del ser humano, acosado por una realidad terrible, injusta, aniquilante. Pero también, la peor irresponsabilidad es tratar de frenarla, prevenirla, eliminarla, con instrumentos escasos, respuestas precarias e improvisadas y acciones de maquillaje. Alejada del análisis riguroso y responsable, de entenderla, de forma exhaustiva, como parte de los problemas estructurales del Estado y, precisamente, del modelo de desarrollo impuesto por el capitalismo transnacional y la clase criolla gobernante, es algo que nos hace falta.

Visto de otra forma: “La migración irregular es esencialmente una consecuencia del desequilibrio entre la demanda laboral en los países de destino y la capacidad o la voluntad de los gobiernos a establecer los canales legales de migración”, en los países de origen. (…) la migración se ha politizado enormemente en muchos países, hacerse de la vista gorda a las formas peligrosas y de explotación de la migración irregular”, es una actitud bastante común que busca satisfacer las demandas de los empleadores (Castles, 2010).

La diversidad de movimientos migratorios -locales, regionales, intrarregionales e internacionales-, las tipologías migratorias, los perfiles, los contextos en los que se imbrican los mismos y sus interacciones con los contextos global y local ( Carballo, Muñoz, Villamar, 2019) hacen más compleja la trama para orientar y entender el escenario por donde deben trascurrir las estrategias de la prevención de la migración irregular, tema del cual pretendo ocuparme en este texto.

En el abordaje de la migración irregular de hoy día, alentada por políticos en desuso y medios de comunicación amarillistas, es muy cotidiano encontrar una variedad de discursos y conceptos, unos que son contradictorios entre sí, pero la gran mayoría contienen una carga semántica de estereotipos que funcionan como factores que deslegitiman el mismo proceso migratorio. Así, por ejemplo: se habla de migración indocumentada, ilícita, clandestina, no autorizada y migración ilegal. Para entender mejor este trabajo utilizaremos el término más decente y neutral: migración irregular.

Cabe destacar que la migración irregular se da casi en todo el mundo, el fenómeno es complejo entenderlo. Para comenzar, no existe ningún migrante irregular, ni ilegal, pues todos los seres humanos nacemos con dignidad y provistos de derechos humanos. En la narrativa de la migración irregular, el único acto ilegal es cruzar una frontera sin los documentos y los requisitos que exige el país de destino. Pero este hecho no convierte a ninguna persona migrante en ilegal.

Sthephen Castles, afirma que la irregularidad migratoria se produce en cinco esferas: las leyes y regulaciones nacionales; las contradicciones que surgen de la globalización neoliberal; la agencia individual y colectiva de los migrantes; las actividades de la industria de la migración; y la vulnerabilidad de grupos específicos.

Para nuestra realidad actual, probablemente, la globalización neoliberal, las actividades de la industria de la migración, la vulnerabilidad de los grupos específicos y la agencia de migrantes, pueden ser las categorías que tengan un peso significativo para que, en proporciones altas, se de la emigración de jóvenes, niñas, niños y adolescentes no acompañados y familias. Obviamente, especial atención debe merecer las leyes y las regulaciones nacionales.

Cuando nos referimos a la agencia colectiva de migrantes, estamos hablando de las caravanas de migrantes, entendidos como movimientos sociales, pero no son otra cosa que desplazamiento forzado a causas de los problemas estructurales como la pobreza, la violencia generalizada, la inseguridad y la crisis ambiental que afecta a los países centroamericanos. (…) fueron utilizadas como recurso para generar autoprotección de los/as migrantes frente a los peligros de la migración y las acciones del crimen organizado, obtener visibilidad mediática y posibilidades de protección internacional (Gandini, 2019).

Teniendo en perspectiva este escenario, vale la pena preguntarse: ¿Quién nos ha dado tanta “autoridad”, para realizar acciones conducentes a prevenir la migración irregular?

El mismo Estado, cuando aprobó la Ley para la Protección de Hondureño Migrante y su Familia, en el 2013, con 16 artículos, solo uno se refiere a la prevención de la migración irregular; el resto es para atender a la diáspora de hondureños en el exterior a través de los consulados y el sobrante para implementar programas de reintegración dirigido a personas migrantes retornadas.

Es decir; con un solo artículo el Estado Hondureño pretende prevenir la migración irregular, cuando el detonante mayor del fenómeno de la migración, es, precisamente, la migración irregular. Y, a la vez, esta migración irregular, es la que produce mucha remesa, representando entre el 20 y 25 por ciento del producto interno bruto del presupuesto nacional. Dicho de otra manera, la remesa ya forma parte de nuestro patrimonio nacional (Sagastume 2022) y causa dependencia tanto política como económica.

Curiosamente esta ley no aborda los factores de arraigo que permitan mejorar las perspectivas de permanencia en el país. Este abordaje, nos permite comprender la migración desde sus causas fundamentales. Entonces, cuando gestionamos la migración desde la palestra de la prevención, no es otra cosa que entenderla desde las consecuencias.

Ejemplo de ello, es que varias organizaciones manifiestan estar realizando actividades de prevención, casi con el mismo ímpetu que se anuncia la venta de un producto “hasta agotar existencias”. Esta acción denota no solo inmadurez en la comprensión del fenómeno, sino, sobre todo, abre una brecha frente al comportamiento de un fenómeno que es multicausal.

Se puede captar la relación estrecha que existe entre una Ley que pretende prevenir la migración irregular, con un exiguo presupuesto, una débil institucionalidad y una voluntad política, cuya lectura en la narrativa actual, es que lo se está haciendo no es suficiente.

Para una economía subdesarrollada como la nuestra, la entrada constante de devisas derivada de las remesas, oxigena y dinamiza la economía nacional, acción que estabiliza la inflación y la balanza de pagos y mantiene un ritmo creciente en los indicadores de consumo y crecimiento económico; representa el mejor beneplácito que, en forma inconsciente, las personas migrantes conceden al Estado hondureño.

¿Hay que informar de los riesgos de la migración irregular?

Obviamente que sí. Es necesario que la migración sea informada. Pero entre informar sobre los potenciales riesgos de la migración irregular, sobre todo, de los riegos de la migración para mujeres y niñas y prevenir la migración irregular, hay un salto enorme en la comprensión y gestión de la migración.

En primer lugar, desde el ámbito de las ONG, no tenemos ni la autoridad ni los recursos, para decirle a una persona ¡quédese! ¿a cambio de qué?  Tampoco el Estado tiene los recursos o aduce no tenerlos, la diferencia con las ONG, es que el Estado está revestido del mandato constitucional para garantizar el bienestar y la seguridad de todas las personas que coexisten en el territorio nacional. El problema de fondo es que el Estado nunca asumió esta responsabilidad constitucional para proteger y dotar a las personas de los derechos humanos más esenciales, como el derecho a un trabajo digno, vivienda, educación, salud, etc.

Cuando revisamos el mapa sobre las acciones de la prevención de la migración irregular, con tremendo estupor podemos apreciar que, en primer lugar, lo que se conoce y hace como prevención, es una amplia capa de revestimiento, que no es otra cosa que maquillaje de la prevención. Segundo, la mayoría de las acciones, desde cualquier punto de vista, no tienen la capacidad de romper el ciclo de la pobreza y, por supuesto, tampoco son sostenibles, por el precario presupuesto, ya sea para las actividades productivas, emprendimientos, empleabilidad, otras.

Tercero, el Estado no tiene la capacidad de dar cobertura ni al 5% de la población migrante retornada. Esta atención se centra en programas de reintegración económica y apoyo psicosocial, becas, pasantías, conversaciones con el sector privado, organismos de cooperación, bonos, documentación personal y otras iniciativas. Sin embargo, la magnitud del fenómeno migratorio rebasa la capacidad de un Estado que nunca estará preparado para dar una respuesta eficiente a los flujos migratorios, pues el día que lo haga, el presupuesto nacional entrará en una verdadera crisis.

 Cuarto, los programas educativos, como becas, pasantías, certificación de competencias laborales, otras, son importantes y estimulan a los jóvenes y fomenta el arraigo. No obstante; estas estrategias educativas tienen que ser acompañas de otros procesos complementarios, como programas de empleabilidad, iniciativas de emprendimientos y otras actividades que puedan solucionar un tema de ausencia de ingresos. Es decir, no basta que los jóvenes tengan acceso a la educación, si el esfuerzo no gravita también en lo económico, muy pocas expectativas tendremos en los resultados.

Generar oportunidades laborales en una de las premisas necesarias e imperativas a implementar.  Pero toda oportunidad laboral debe ser sobre un salario decente y digno. Por otra parte, hay una realidad escondida, en el sentido que lo poco que se está haciendo se desconoce el efecto, así como el impacto. Por ejemplo: desconocemos el verdadero impacto de los programas de reintegración económica a mujeres migrantes retornadas y en general a todos los jóvenes que han recibido capital semilla para actividades de emprendimiento. No sabemos si el objetivo de fortalecer el arraigo se logró, o por el contrario, las personas migrantes retornadas volvieron a re-emigrar.

Por último: la intención de emigrar en el país es alta. Mientras las condiciones de vida, tanto en lo urbano como en lo rural se sigan deteriorando; la pérdida de confianza por la población en la seguridad pública, directamente vinculada a la tasa de homicidios, la extorsión, el sicariato, la violencia basada en género, sumado a la pérdida de los vínculos comunitarios; la desestructuración de la familia; las profundas desigualdades sociales; la ausencia y carencia de servicios básicos y la no representación de los entornos sociales, ambientales y los territorios, son causales suficientes para erosionar el arraigo.

Haber perdido la esperanza en el país y en esa construcción social llamado futuro, es el argumento principal para iniciar la ruta migratoria.

 

 

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