BOGOTÁ, Colombia
Tres ‘rounds’, además de un par de indirectas, suman los presidentes de El Salvador, Nayib Bukele, y el colombiano, Gustavo Petro, en su cuadrilátero digital que, además, se ha convertido en la tribuna política favorita para ambos: Twitter.
Estos desencuentros, según analistas, obedecen a “factores personales”, puesto que buscan defender sus intereses, sobre todo en materia de seguridad, pero no son tan trascendentales como para generar una ruptura de las relaciones entre ambos países.
️ 1 er ROUND. Petro recurrió a la izquierda para golpear la megacárcel de Bukele, quien había alardeado sobre el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo, (CCT): «Ustedes pueden ver en redes las fotos terribles —no me puedo meter en otros países— del campo de concentración de El Salvador, lleno de jóvenes, miles y miles, encarcelados que le da a uno escalofríos», dijo el mandatario colombiano, en un evento público, a comienzos de marzo.
Incómodo con las críticas, Bukele respondió a Petro, a través de Twitter, que “los resultados pesan más que la retórica” y que deseaba que “Colombia en realidad logre bajar los índices de homicidios”, como lo habían logrado en su país.
El colombiano, entonces, le propuso a su homólogo salvadoreño comparecer en un foro internacional para hablar de los resultados en ambos países. «Pasamos de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1993, en Bogotá, a 13 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022», dijo. A lo que Bukele le cuestionó: «¿Usted gobernó 30 años? ¿Bogotá? ¿No es usted presidente de Colombia?»
La analista para la región Andina en la práctica de Análisis de Riesgo Global de Control Risks, Laura Lizarazo, afirmó a la Voz de América que la disputa entre ambos presidentes “tiene tintes sumamente personales”, puesto que los dos “necesitan mostrarse como líderes fuertes, con resultados contundentes respecto a sus prioridades de agenda”, particularmente en temas de seguridad.
Opinión que comparte Valeria Vásquez, analista para Centroamérica de Control Risks: “Es poco probable que haya algo más de fondo que Bukele tratando de defender su estrategia de seguridad, defender lo que está haciendo dentro del país”, agrega, y enfatiza en que es “un tema de principios”, de su manera de gobernar que, a la final, es lo que le permite “ganar popularidad”.
La analista para la región Andina también enfatiza que en la confrontación influyen elementos ideológicos, sus perfiles y la manera de defender sus posturas.
Respecto a los elementos ideológicos, agrega, son “dos líderes en extremos distintos del espectro político”. Petro es un líder de izquierda con un pasado insurgente, vinculado a unas luchas guerrilleras que buscaban igualdad social y mayor inclusión, y quien ha hecho una carrera pública de 40 años, mientras que Bukele es un “outsider político” que tiene un perfil empresarial.
En este sentido, Iván Briscoe, director de Programas para América Latina y el Caribe del International Crisis Group, sostiene que, mientras Bukele decidió -mediante el estado de excepción- emprender una “campaña coercitiva” a gran escala y “de mano dura” contra todos los pandilleros y desmantelarlos “por la fuerza” y la acción contundente.
Por contra, destaca que Petro intenta negociar con los grupos armados y criminales, y busca “restaurar los esfuerzos de pacificación y de realización” de los Acuerdos de Paz con las FARC firmados en 2016. Su política de seguridad se convirtió en la «Paz Total».
Pero, además, añade Briscoe, tienen visiones diferentes de la democracia. Mientras para el salvadoreño significa “la voluntad y el deseo de la mayoría de las personas en el país”, para el colombiano es importante el “empoderamiento de los grupos excluidos y marginalizados de la sociedad”.
DIFERENTES, PERO SIMILARES. ️ 2 o ROUND. Una semana después del primer choque entre ambos mandatarios, el presidente salvadoreño respondió a su homólogo colombiano que «no entiende» la «obsesión» con su país, después de que Petro compartiera un tuit relacionado con la investigación de fiscales de Nueva York sobre supuestos pactos entre funcionarios del gobierno salvadoreño y pandilleros.
Además del tuit del medio norteamericano, el presidente colombiano escribió en su mensaje que «mejor que hacer pactos del gobierno por debajo de la mesa es que la Justicia pueda hacerlos encima de la mesa sin engaños y en búsqueda de la Paz».
Al respecto, el presidente salvadoreño buscó ponerle contra las cuerdas con una contundente respuesta: «Pónganse de acuerdo. Primero acusa de tratos inhumanos y ahora hablan de ‘mejores condiciones'». “Además, no entiendo su obsesión con El Salvador. ¿No es su hijo el que hace pactos bajo la mesa y además por dinero? ¿Todo bien en casa?», agregó Bukele.
Mensaje al que respondió el presidente Petro de inmediato: “Estimado presidente Nayib, todo bien en mi casa. Aquí existe la presunción de inocencia, principio universal. Aquí el presidente no destituye ni jueces ni magistrados; lucha por una justicia más autónoma y fuerte. Aquí en Colombia profundizamos la democracia, no la destruimos”.
Sumado a los dos primeros rounds, durante un foro, a mediados de marzo, Petro dijo que “la democracia está en peligro” y, como ejemplo, sin mencionar al salvadoreño, afirmó: «Solo tenemos que mirar nosotros hacia el sur, un presidente preso, hacia el norte, campos de concentración».
Iván Briscoe también los describe como dos líderes que están buscando crecer y capitalizar sus propios electorados, sus bases populares que los llevaron al poder y que, en los dos casos, de manera bastantes diferentes, quieren ver cambios y transformaciones en su país. Y, como consecuencia, quieren expresar posiciones en los medios sociales, pues, de cierta manera, están “en competencia para el liderazgo regional en América Latina, sobre todo, en términos de liderazgo regional ideológico y político”.
No obstante, comparten luchas comunes, como el crimen organizado, la inseguridad y la desigualdad, en cada uno de sus países.
A pesar de pensar diferentes, agrega la analista Lizarazo, son dos líderes que “tienden, en ocasiones, a saltarse la institucionalidad y a encarnar el Poder Ejecutivo en su figura individual”. Además, son “sumamente mediáticos”, y desean conectarse con la ciudadanía, a través de las redes sociales.
Además, explicó Vásquez a la VOA, la postura del salvadoreño, en cuanto a política exterior se refiere, siempre ha sido “un poco conflictiva, en el sentido de defender sus estrategias”.
LAS CONSECUENCIAS. ️ 3 er ROUND. Con copia a Petro, Bukele anunció en Twitter la incautación de 1,2 toneladas de cocaína en El Salvador, a finales de marzo. Posteriormente, Petro recurrió igualmente a la red social para destacar, sin mencionar de manera directa a Bukele: «Otra tonelada y media de cocaína que cae cerca de El Salvador, gracias a la inteligencia y ayuda de la Armada Colombiana».
A mediados de abril, otra indirecta del salvadoreño se sumó a los desencuentros, al compartir el ranking de aprobación de los presidentes de América Latina: «Parece que alguien va en picada», escribió Bukele. En mayo, también reaccionó a los resultados de la última encuesta Datexco para el medio W Radio, que halló que al 55 % de las personas encuestadas les gustaría un presidente como Nayib Bukele para Colombia, y compartió los resultados con un trino que incluían las banderas de ambos países entre un corazón.
A pesar de ellos, Valeria Vásquez sostiene que es “poco probable” que los encuentros entre los mandatarios generen “efectos significativos para las relaciones comerciales, como diplomáticas”. Idea que comparte Laura Lizarazo, pues no cree que existan “indicios de que esta disputa vaya a trasladarse o a trascender a instancias más técnicas”.
La consecuencia o el impacto esperado, agrega, podría ser una “ralentización de esta interlocución interinstitucional” por la falta de esa “línea política de alto nivel”. Es decir, las autoridades técnicas de ambos países pueden abordar temas de cooperación interinstitucional, pero al margen de este choque personal entre los jefes de Estado.
No obstante, enfatiza en que lo que sí podría llegar a ser “preocupante” es el tema de la seguridad, puesto que, en los últimos 12 años, Colombia ha priorizado la transferencia de capacidades y conocimientos de las Fuerzas Militares colombianas a las centroamericanas para combatir el crimen organizado transnacional y el narcotráfico y, en caso de quebrantarse las relaciones, podrían poner en riesgo el “direccionamiento estratégico de alto nivel para darle continuar a estos procesos” y generar “un rezago en estos esfuerzos” para abordar este desafío compartido.
Para Briscoe, uno de los grandes desafíos para América Latina es superar las existentes diferencias ideológicas y políticas en la construcción de consensos regionales y, para ello, se requiere “un cierto autocontrol” por parte de los líderes de la región. (Con información de VOA).