Por Albany Flores
Salvador Nasralla, el gran outsider de la política hondureña post-golpe de Estado, culminará sus aspiraciones presidenciales en este periodo electivo, y al parecer, también será el comienzo del fin del Partido Anticorrupción (PAC), que surgió de la inquietud y beligerancia discursiva del Señor de la televisión, y la inconformidad de la ciudadanía con los partidos políticos tradicionales.
El líder político, que hasta antes de su inscripción como candidato a la presidencia por esa institución se había desempeñado como presentador de televisión, comentarista deportivo y presentador de espectáculos televisivos en general, ve cómo su partido, al igual que otros partidos “independientes” en el pasado, se desmorona.
No es extraño. El caso parecía predeterminado. En América Latina —quizá tampoco en Europa, ningún outsider ha logrado conquistar el gran poder político de sus Estados. La clase política occidental ha demostrado “formidables” lecciones en cuanto a la forma de cómo hacer política; y con ello ha demostrado lo que desde siempre hemos sabido: la política no es el arte del bien común como dicen los manuales de filosofía y poesía, sino el arte negro de conquistar el poder y conservarlo a toda costa. Así lo han demostrado los hechos históricos desde la Antigüedad.
Pero, ¿quién es el outsider?, este concepto se ha utilizado para definir a aquellos personajes que intervienen en los procesos políticos de una nación determinada desde una situación ajena a los procesos políticos tradicionales, y que además no pertenecen a clase política propiamente dicha, sino que ejercen su discurso desde fuera de la estructura hegemónica.
En épocas recientes, el prospecto latinoamericano más emblemático de la figura de outsider ha sido el matemático y filósofo colombiano Antanas Mockus, quien fue Alcalde Mayor de la ciudad de Bogotá en dos ocasiones, y candidato a la Presidencia de ese país en 2006 y 2010, sin mayor éxito, cuando menos en esta última empresa (El espectador.com 10/06/2011, visto el 10/10/16).
A pesar de su credibilidad y su gran prestigio académico, que entre otras cosas lo llevaron a ejercer de Rector de la Universidad Nacional de Colombia, su discurso político reformador desde el Partido Verde, no fue suficiente para hacer frente a una feroz estructura política —el uribismo— que ostentaba el poder económico, fáctico y gubernamental. En su primera intervención perdió y su partido no ganó ningún puesto en el Senado ni en la Cámara de Representantes. En la segunda ocasión quedó cuarto.
Recientemente, quizá el outsider más parecido al caso de Nasralla (o viceversa), no por el contexto pero sí por la propia situación, sea el político italiano Giuseppe Piero Grillo, más conocido como Beppe Grillo, quien es cómico, actor de teatro y televisión. Su notoriedad política comenzó en 2007, cuando desde su portal electrónico Vaffanculo Day (el más visto en lengua italiana), convocó a una movilización pública con el fin de reunir una cierta cantidad de firmas para presentar una iniciativa popular con la que se pretendía, desde la ciudadanía misma, introducir propuestas para impedir los cada vez más constantes abusos en la política italiana, como la imposición de candidatos que ya había cumplido sus periodos, a puestos parlamentarios.
En entrevista concedida a El Pulso por la ciudadana italiana radicada recientemente en Honduras, Roberta Rossi, al ser cuestionada sobre Grillo, expresó:
«Él despertó las conciencias a través del teatro satírico. Mi generación lo conoció como el cómico que gritaba en televisión en los 90’s. Fue después cuando comenzó a documentarse sobre todo de ecología, y empezó a hacer proselitismo en las plazas. La gente iba a escucharlo para divertirse y salía con muchas reflexiones».
Sobre el trabajo político partidario de Grillo en el Movimento 5 Stelle (Movimiento 5 Estrellas), Rossi agregó:
«Con la fundación del Movimento 5 Stelle, un partido “antipartidos” y con ideas orientadas hacia una democracia verdaderamente ejercitada, Grillo hacía campaña desde su sitio en internet y pedía opinión con sondaje sobre prioridades o cuestiones éticas. En el 2013 había una gran expectativa sobre lo que él podía hacer. Beppe Grillo no pudo ser el candidato del Movimento 5 Stelle porque años atrás había sido condenado por homicidio culposo, pero todo el mundo votó a sus candidatos, sabiendo que votaba por el movimiento dirigido por él».
Al respecto del presente del movimiento y la propia situación política de Grillo, la también catedrática de la UNAH, expresó:
«El mito del «movimiento anti-partito» ha fallecido. Al final, muchos de sus políticos se alejaron de él (Beppe Grillo) porque tenía un comportamiento dictatorial. Aun así están comenzando y son una válida alternativa. De hecho en la ciudad más importante de Italia, Roma, está en el poder Virginia Raggi del Movimento 5 Stelle. Muchos idealistas se sintieron traicionados en los últimos cuatro años, pero muchos siguen siguiendo a Beppe Grillo y su movimiento».
En Movimiento 5 Estrellas, fundado oficialmente el 4 de octubre del 2009, se define a sí mismo como un no partido político, sino como un movimiento de «libre asociación ciudadana» que entre otras cosas propone el no uso de fondos públicos para el financiamiento de campañas políticas, la implantación de una democracia directa y la no tolerancia para la corrupción. Aunque ya había participado en procesos electorales en 2010 y 2012, fue en las Elecciones Generales del 2013 cuando se convirtió en el movimiento más votado, por encima de los partidos tradicionales.
El movimiento 5 Estrellas cuenta hoy día con 107 de los 630 escaños de la Cámara, 40 de los 315 del Senado, 17 de los 73 del Parlamento Europeo, y 59 de los 1019 del Consiglio Regionale (movimento5stelle.it).
Ese proceso no es exactamente parecido al proceso de evolución política que ha experimentado el Partido Anticorrupción en Honduras, pero las características discursivas y políticas de sus líderes sin duda están llenas de similitudes. Al igual que Beppe Grillo, Salvador Nasralla es un personaje con el que han crecido por lo menos dos generaciones de hondureños —partiendo de la premisa demográfica que sugiere que por cada siglo hay 3 generaciones—, se ha proyectado en la política desde sus espacios televisivos (sobre todo en su “5 Deportivo”), ha dicho las incómodas verdades que la mayoría de hondureños inconformes quieren escuchar, ha hecho frente en público a algunos funcionarios corruptos del oficialismo, ha creado un partido cuya ideología se sustenta en la democracia centrista y la no corrupción, y ha sido tachado de impositivo y dictatorial por los propios aliados de su partido.
Dentro de estos antecedentes, sin mencionar la actual experiencia de Pablo Iglesias en España, parece que la situación del outsider —a excepción de Beppe Grillo, o por lo menos del movimiento que lidera— tiende a ser desfavorable en el ruedo político.
En un contexto centroamericano de difícil gobernabilidad, de gobiernos corruptos y democracia dubitativa, el outsider, frente a la pésima experiencia de la población con la clase política tradicional heredera la vieja élite política colonial, parecía la opción más factible. Así sucedió por ejemplo en Guatemala, donde, luego de los muchos actos de corrupción descubiertos al gobierno de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, y con el enjuiciamiento y encarcelamiento de ésto, el actor y empresario Jimmy Morales, devenido en outsider de la política guatemalteca, se presentó como opción para optar a la Presidencia de la República de Guatemala por el Partido FCN-Nación, resultando electo para ese cargo el 25 de octubre del 2015.
Morales es quizá el único outsider, que aunque venía haciendo política (a menor escala) desde el 2011, logró consumar su figura y su proyecto; producto del contexto histórico confuso y degradante que vivía la nación guatemalteca.
Hoy día, los cuestionamientos a su administración, sumados a supuestos nuevos actos de corrupción, han puesto en tela de juicio su pacto con la transparencia (www.radiohc.cu 15/09/2016)
Algo similar sucedió en su momento, en un contexto diferente, con el candidato presidencial del FMNL, Mauricio Funes, elegido Presidente de El Salvador para el periodo 2009-2014, y cuyo gobierno acabó con significativos actos de corrupción, al grado de provocar el exilio del político en la vecina Nicaragua.
NASRALLA Y EL PAC.
En las mañanas tranquilas que solían ser los domingos en Honduras hasta hace algunos años, la voz carrasposa y particular de Nasralla pronunciaba, durante intervalos pausados, duras críticas contra las acciones de los diferentes gobiernos que se sucedían. Eran críticas mordaces, directas y sin ambages. En la medida en que se fueron acentuando, el interés político de Nasralla fue más evidente.
El contexto político del momento post-golpe de Estado, abrió las puertas para que otras personalidades ligadas al deporte nacional, principalmente al fútbol, se vieran involucradas en instituciones políticas, pues ello era parte del intento por cambiar un poco la percepción general que se tenía de los partidos, en un momentos álgido y dubitativo.
Por el Partido Nacional se involucraron nombres como los de Orlando Ponce Morazán, Wilmer Velásquez y Alberto Chadrani; mientras que por el Partido Anticorrupción se incorporaron la ahora exdiputada del PAC, simpatizante del Partido Nacional, Ana Joselina Fortin; el entonces líder de la barra de la Selección Nacional de Honduras, Luis Redondo; el ex-mundialista Jaime Villegas, y el propio Nasralla, quien se ha distinguido como uno de los narradores deportivos más importantes y queridos por la población hondureña. Por el Partido Liberal se sumó el ahora diputado por el departamento de Atlántida, Christian Santamaría.
El Partido Anticorrupción, fundado el 2011, fue oficialmente admitido como partido político por el Tribunal Superior Electoral el 14 de agosto del 2013, con Salvador Alejandro César Nasralla Salum como su presidente (Diario La Prensa, 15/08/201).
En su primera contienda electoral en noviembre ese mismo año, el PAC resultó en el cuarto sitio de la pugna, consiguiendo 418, 443 votos, por debajo de los obtenidos por el Partido Nacional (Salvador Nasralla ha dicho que con fraude), el Partido Libre y el Partido Liberal, respectivamente. De esas elecciones obtuvo 13 diputados al Congreso Nacional y un diputado al Parlamento Centroamericano.
Los resultados de dichas elecciones permiten grandes cuestionamientos, por todo los eventos de corrupción y fraudes aparentemente ocurridos a su alrededor. Cuando en las elecciones internas del 2012, el candidato Juan Orlando Hernández fue declarado vencedor y representante de su partido para las elecciones generales de noviembre del 2013, su adversario, el también nacionalista Ricardo Álvarez, ahora designado presidencial, se declaró ganador y perjudicado, exigiendo el conteo “voto por voto”.
Ya en las elecciones generales del 2013, Xiomara Castro Sarmiento declaró que su derrota había sido efectuada mediante un fraude electoral propiciado por el mismo Hernández.
Por el PAC, por su parte, se pronunciaron su candidato presidencial Salvador Nasralla, quien declaró ser el único ganador y que el fraude se lo habían hecho a él y no a Xiomara Castro (ultimahora.hn, 27/11/2013, visto el 11/10/2016), y al candidato a Alcalde por la ciudad de San Pedro Sula, Guillermo Milla, quien también se declaró ganador (Diario La Prensa, 26/11/2016).
El Partido Anticorrupción no ha representado un peligro en absoluto para el oficialismo, pues su aparato discursivo, encarnado en Nasralla, no se ha correspondido con su aparato estructural. Es decir que, al igual que le ha sucedido a la mayoría de los outsiders latinoamericanos, al contrario de representar una amenaza para los gobiernos, sólo han logrado validarlos de cierta forma ante la opinión pública internacional, pues sus discursos beligerantes muestran a un gobierno que permite la libertad de expresión, la crítica y la inconformidad, convirtiéndose así en una oposición solamente retórica.
El PAC, así como Salvador Nasralla, tampoco ha resultado una amenaza considerable para el establishment, pues lejos de su discurso opositor, carece de una estructura política nacional que le permita hacer frente a la monstruosa maquinaria política de los partidos dominantes, particularmente a la del Partido Nacional. Aun así, hubo un momento en que la oposición consideró un pacto de unidad que presentaría a Nasralla como su candidato único para enfrentar a Juan Orlando Hernández, en caso de aprobarse la reelección presidencial.
A sus cinco años de existencia como institución política, y cerca de cumplir sus tres primeros años participando del poder y ejerciéndolo parcialmente, el Partido Anticorrupción, cuya principal función había sido debilitar el voto del Partido LIBRE (beneficiando al PN), ha comenzado a dar muestras importantes de fragmentación, división, conflicto interno y decadencia.
La imagen autoritaria de su líder —como la de Beppe Grillo—, se ha ido develando.
En una reciente entrevista, el diputado y ex-jefe de bancada del partido, expresó que «el PAC está dividido porque se desató una sed de poder» a lo interno del partido (Diario La Prensa, 20/03/2016).
A falta de un año para la contienda electoral, el PAC es un partido que se desmorona. Ha perdido tres de sus diputados, sus luchas internas se intensifican, y ha perdido una tercera cosa más valiosa: la confianza y la cierta credibilidad de la que gozó anteriormente.
Nasralla no sólo ha visto cómo se debilita la institución que hasta ahora ha liderado más con entusiasmo que con ideas políticas claras. Sus propios correligionarios lo cuestionan y, como el más reciente caso de Ana Joselina Fortin, también lo dejan solo.
La situación de Salvador Nasralla es muy parecida a la propia situación de Beppe Grillo y Antanas Mockus. Él es (o cuando menos era) el gran outsider de la política hondureña, puesto que pretende ahora, con poco éxito aún, el precandidato liberal Luis Zelaya.
La carrera política de Nasralla, así como la futura supervivencia del PAC, están ahora en duda.