PRODUCTOS FARMACÉUTICOS DE PROCEDENCIA DESCONOCIDA INUNDAN MERCADOS DE LA CAPITAL

EGO21 noviembre, 2018

Una gran cantidad de productos farmacéuticos se encuentran a la venta en los mercados y buses capitalinos, por sus bajos precios tienen una alta demanda, pero al no cumplir en la mayoría de los casos con los registros y controles sanitarios ponen en riesgo la salud de los hondureños.

Mayra (pseudónimo) tiene un pequeño puesto hecho de madera en la quinta avenida de Comayagüela, es una mujer de 50 años de piel trigueña que dice que desde hace 20 años ha sido el sustento de su familia vendiendo diferentes productos de temporada, aunque afirma que desde hace al menos 10 años su fuerte es la venta de medicamentos.

“No soy ni voy a competir nunca con una farmacia, estamos acá para ayudar a la gente, porque es muy caro en las farmacias este producto, nosotros una amoxicilina se la damos a peso, en la farmacia me han dicho que cuesta hasta 20 lempiras una pastillita, precios accesibles y calidad … ¿por qué vendo calidad? Pues porque la gente vuelve, tengo clientes de años, yo consumo mi producto y también mi familia”, detalló Mayra.

Solamente cursó hasta sexto grado en la escuela, pero los años en el negocio le permiten explicar exhaustivamente las propiedades curativas y dosis de medicamentos como una experta, la oferta en su pequeño puesto incluye acetaminofén, amoxicilina, sulmeprin, loratadina, desparasitantes, vitaminas, ampicilina, amoxicilina, ibuprofeno,  jarabes, pomadas y ungüentos para todo lo que pueda afectarle.

En la nomenclatura farmacéutica se conocen como productos éticos u OTC todos los que pueden ser vendidos sin receta médica ni prescripción y que los usuarios consumen por su propia iniciativa, por lo general sirven para el alivio de males menores, dentro de estos está incluido el producto de Mayra.

Productos éticos son aquellos que se pueden consumir sin una receta médica, bajo responsabilidad del paciente.

Al hacer una inspección a los productos en su negocio estos tienen fechas de vencimiento grabadas a presión en el empaque, pero no un registro sanitario ni se puede saber la casa comercial ni el lugar en que fueron fabricados, por lo que generan dudas su calidad y procedencia, según Mayra son productos importados de la India o El Salvador.

La agencia de regulación sanitaria (ARSA) es el ente responsable de la supervisión y vigilancia de los establecimientos, proveedores, productos y servicios de interés sanitario que puedan repercutir en la salud de la población, así como del otorgamiento de certificaciones las certificaciones de estos.

A este respecto Lucía Zepeda, portavoz de ARSA expresa que “todavía tenemos algunas debilidades en nuestro sistema, nosotros no regulamos lo ilegal, regulamos lo que entra por la aduana entonces a veces no tenemos control de lo que entra por contrabando,  no sabemos los componentes que tienen estos medicamentos que lastimosamente se venden en la calle y la gente de cierta manera por la facilidad que está haciendo un mandado y lo encuentran en la esquina pues ahí lo compra quizás más barato, pero que sea más barato no quiere decir que sea bueno, porque como le digo muchas veces no cuentan con un registro y el registro es la garantía que tenemos nosotros todos los consumidores de que ese medicamento fue elaborado bajo todos los estándares de calidad”.

Agrega que el canal de acción debe de ser el de la prevención “el llamado que nosotros hacemos a la población es que no compre medicamento en la calle porque no sabemos qué es lo que contiene y posiblemente corren riesgo de intoxicación, alergia y hasta daños hepáticos o daños neurológicos”, aunque dice que hasta el momento oficialmente no tienen conocimiento de intoxicaciones o personas que hayan resultado afectadas por el consumo de estos productos.

ARSA ha dado acompañamiento a la Fiscalía del Consumidor al retirar productos de bodegas y hasta farmacias, pero en la mayoría de los casos esto sucede porque una casa farmacéutica ha puesto la denuncia ya que alguno de sus productos registrados ha sido falsificado y ellos han identificado donde o quien, de forma extraoficial nos comentaron que la batalla contra esto se debe de dar en las aduanas, ya que una vez que el producto está en el mercado es muy difícil de encontrar e incluso distinguir del producto original, ya que son réplicas exactas con los registros, fechas y lotes clonados.

En mayo anterior el Ministerio Público desmanteló un laboratorio clandestino que se dedicaba a producir medicamentos falsos en la Aldea El Rincón, en Siguatepeque, Comayagua.

Sergio (pseudónimo), Químico Farmacéutico y gerente de un laboratorio nos detalla cómo funciona el negocio de la venta callejera de medicamentos, se debe distinguir los productos falsificados y de mala o menor calidad del producto de contrabando.

Explica que “hay mucho contrabando de Nicaragua y El Salvador porque los precios son menores, entonces vienen aquí porque las mismas bodegas las traen, entonces ganan exagerado, aunque ahora hay un poco más de control siempre se las ingenian, ese producto lo compran las farmacias independientes para ganar más, rebuscarse y poder resistir ante las cadenas con que ellos no podrían competir de otra forma, también las bodegas del mercado que logran hacer grandes compras y bajar los costos y repartirlos a miles de revenderores, eso nos afecta a los laboratorios, ya que nosotros pagamos todo como se debe y perdemos competitividad».

La declaración de Sergio es refrendada por la captura de un hombre en la frontera las manos en El Paraíso el pasado 20 de noviembre cuando trataba de ingresar algunos medicamentos sin pagar los aranceles, según autoridades esto sucede de forma frecuente.

El pasado 20 de noviembre la Policía detuvo en la Aduana Las Manos en El Paraíso a un hombre por intentar ingresar medicamentos provenientes de Nicaragua sin los trámites de ley correspondientes.

Con respecto a los productos que no son fabricados por un laboratorio explica que “uno solo con ver el polvito sabe, la forma de compactarlo es mala, por el principio activo en un diclofenaco pueden ser 50 miligramos, pero yo dudo que los tenga, debe de tener 15 o 20 más los incipientes para que tenga dureza la tableta, de los 50 mg tiene unos 10 a 15, estos obviamente no tienen registro sanitario porque no cumplen las especificaciones, pueden ser un riesgo para la salud”.

Hace una distinción entre las categorías de los medicamentos «los productos como se popularizan es por el nombre que les pone el laboratorio, por ejemplo el Cataflam es el producto original del laboratorio Novartis, que es un producto caro, el que solo dice diclofenaco es genérico, estos si son fabricados en laboratorios deben cumplir con el registro sanitario y comercial, pero estos productos “hechizos” puede ser que no cumplan con nada».

Algunos pacientes de los centros de asistencia pública, al no encontrar las prescripciones del médico en las farmacias de estos centros, se va con la receta a comprar a las bodegas porque no puede pagar el precio de este producto en una farmacia.

Santos sierra (64), es un cliente asiduo de los medicamentos que venden en la calle y todos los lunes asiste a una bodega en el mercado Las Américas por su dotación de fármacos, esta consiste en diclofenaco para el dolor y lanzopral para la acidez, así como cápsulas de omega, de las que él mismo duda de su efectividad.

“Desde los 16 años trabajé como albañil y desde hace unos 30 tengo un dolor que ya es crónico en las articulaciones, rodillas, brazos y espalda, a veces me hago el valiente, pero hay días que no aguanto y tomo más medicamento, el diclofenaco para el dolor y el lanzopral porque me da acidez, un pariente me dijo que tomara omega porque son como vitaminas y también ayudan al dolor, pero no sé, las compro por económicas”, detalló sierra.

Gasta semanalmente en su autoprescrita dosis de medicamentos unos 80 Lempiras, si las comprara en farmacias gastaría unos 400 Lempiras, según sus estimaciones.

Sierra comentó que le da lo mismo si son originales, falsas o si no traen la cantidad indicada “mire compa, yo lo que quiero es que me quite el dolor y esto me lo quita, cuando uno es pobre no puede pedir gustos, si hasta en el Seguro Social dan pastillas de harina que mataron a miles, y acá somos miles los que compramos a diario y nunca he escuchado que nadie se haya muerto, así que no me quejo y si me muero pues de todos modos, acá se camina con la vida vendida, hoy estamos y mañana no”.

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