Por Óscar Esquivel
En 1976, la dictadura de Videla llenaba de miedo, terror y muerte la Argentina. Varios estudiantes de secundaria fueron sacados de sus casas y llevados a cárceles clandestinas donde se les torturó y asesinó. Su delito fue exigir un descuento en el pasaje de transporte. Éste episodio es conocido como «la noche de los lápices». En Honduras, muchos estudiantes en sus diferentes niveles educativos han sido perseguidos, torturados y asesinados en las últimas 4 décadas, por exigir mejoras en sus centros educativos y participación política en la toma de decisiones que concierne a sus espacios. Estas luchas han menguado y no es para menos, puesto que es lo más preciado aquello que se arrebata. En este país –que aún no es un país–, los entes represores ya han dejado suficientemente claro cuál es el guion a seguir en caso de exigir derechos elementales. Sin embargo, la presencia de entes represores no es óbice para dejar de exigir lo obvio, que en este caso es un descuento de transporte estudiantil universitario, con las medidas de precaución necesarias.
La UNAH espera para el presente año una matrícula de más de 85, 000 estudiantes a nivel nacional. La mayoría de ellos estarán en el campus central de Tegucigalpa y en el campus regional de San Pedro Sula. Es un enorme mercado cautivo para el beneficio del alma mater que está siendo explotado por dos o tres dueños de empresas de transporte, conformadas por numerosos buses y taxis. Los dueños de este transporte utilizan como “punto de subida y bajada” zonas que pertenecen a la universidad, por las que no pagan ninguna cantidad de dinero a cuenta de su utilización, mucho menos por la gran cantidad de clientes que proporciona el centro educativo de forma gratuita.
Las autoridades universitarias, organizaciones estudiantiles y diputados afines a la causa universitaria deberían reflexionar sobre este tema y tomar acciones al respecto. Se debería de exigir un descuento de transporte que beneficie al usuario universitario, o de lo contrario cobrar a los dos o tres dueños de estas unidades de transporte el uso de espacios pertenecientes a la UNAH. La UNAH también podría comprar sus propias unidades de transporte, como lo hacen las universidades privadas, y establecer sus propias rutas, garantizando la seguridad de los estudiantes. Con la cantidad de usuarios garantizada, cualquier empresa le podría otorgar una línea de crédito para una flota de buses, con los mejores precios y tasas de intereses, o incluso la universidad podría avocarse directamente a las empresas productoras de microbuses. La universidad tiene en sus competencias la formación de personal que le podrían dar mantenimiento a las unidades de transporte.
Los ingresos que se perciban por este rubro se reinvertirían en beneficios del Alma Máter. Hay acciones tan fáciles de tomar que solo requieren de voluntad y valentía para defender la causa común: la causa de “los nadies”.