Por Joan Suazo
Unas 1500 personas comenzaron un nuevo éxodo a pie desde la Gran Central Metropolitana en San Pedro Sula con la esperanza de llegar a Estados Unidos y ser recibidos como refugiados.
La convocatoria se realizó nuevamente a través de redes sociales. A las cuatro de la tarde ya habían unas trescientas personas esperando la salida, pequeños grupos familiares con niños, ancianos, hombres y mujeres cargaban las pocas pertenencias que caben en una mochila que llevan al hombro.
Bajo una densa lluvia a eso de las nueve de la noche salió un primer grupo de unas ochocientas personas, esto según ellos siguiendo una estrategia para evitar una posible represión de la policía.
«La vida mejor nunca nos llegó, por eso nos vamos, acá no hay trabajo, no hay vivienda, no hay seguridad, lo mejor es irse»expresó Marco Sierra de 17 años a El Pulso. Marco trabaja desde los 13 años, fue ayudante de albañilería en Choloma pero tuvo que huir con su familia de su casa hace seis meses cuando los pandilleros comenzaron a amenazarlos.
«Un pandillero pretendía a mi hermana, al tipo yo lo conozco, es del barrio, de niños jugamos juntos, pero ahora es un asesino, por lo menos esa fama tiene, mejor nos fuimos a donde una tía y de momento a esa casa no podemos volver», detalló Marco.
La ruta de los migrantes va desde la Gran Central tomando el bulevard del norte con dirección sur hasta tomar el desvío que conduce hacia Santa Bárbara, esta es una pequeña calle de dos carriles sin iluminación con grandes zacateras a los costados y sin aceras para los peatones.
Entre la oscuridad que impera en esa calle avanzaba la caravana por grupos, el más nutrido de unas 100 personas eran conformado exclusivamente por hombres jóvenes, una vanguardia de fuerza laboral que alega como causa para abandonar el país la falta de empleo y la inseguridad.
Nicolas, un hombre alto y fornido de 30 años de edad dice que se va porque no encuentra trabajo «ya estoy cansado, trabajo dos días y con eso me tiene que ajustar para toda la semana, en el peor de los casos me quedo trabajando en México y mando dinero a mi mamá y mi hija, pero acá tengo claro que no hay forma de salir adelante».
Varios kilómetros atrás le seguía el siguente grupo nutrido, compuesto de familias con niños, que no podían seguir el paso de los hombres.
Diego Rosa vino desde Saba, Colón, decidido a llegar a Estados Unidos, mientras camina lleva a su hijo de 14 meses en brazos.
«A la mamá de mi hijo la mataron en San Pedro Sula el año pasado, fueron los mareros, yo llevo todos los papeles y las denuncias para pedir asilo en Estados Unidos, tuvimos que dejar el trabajo y la casa e irnos a esconder donde mis papás en Colón», detalló para El Pulso.
Cuándo Diego describe esto sus ojos se ponen llorosos, demuestra impotencia y explica que no hay nada que pueda hacer contra los asesinos de su esposa que también lo amenazaron, dice que corre riesgo por haber denunciado, ya que la policía es cómplice de los pandilleros.
En la caravana va todo tipo de gente, algunos incluso con alguna solvencia económica entre estos, un segundo grupo de la caravana que salió a medianoche de la Gran Central en tres autobuses contratados y rumbo a la aduana de Corinto, a unos 90 kilómetros al norte de San Pedro Sula.
A las cinco en punto de la mañana unos gritos rompieron la calma de la Gran Central, unas seiscientas personas se agruparon y salieron a pie como retaguardia de la caravana, en este grupo iba una mayoría de hombres jóvenes, con algunas personas de la tercera edad, la meta es la misma, llegar a los Estados Unidos a como de lugar.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump anunció desde Texas la semana pasada que en Honduras se formaba la caravana más grande que se haya visto, esto para reforzar su promesa electoral de construir un muro para evitar la migración.
La Encargada de Negocios de la Embajada de EEUU en Honduras, Heidy Fulton, mantuvo una campaña a través de redes sociales para evitar que las personas salieran en caravana, pero eso no detuvo a los migrantes.
Por su parte los esfuerzos del gobierno tampoco funcionaron, en distintos medios de comunicación se mantuvo la campaña: «no te vayas hermano, no dejes tu tierra ni te expongas al hambre y los coyotes».
La estrategia de las autoridades de la dirección de Migración y la Policía Nacional es exigir que todos los migrantes hagan el trámite legal correspondiente y presenten sus documentos para salir del país.
Esto es una medida orientada a evitar que menores de edad salgan sin autorización del país, a personas que podrían cobrar por llevar a un menor a los Estados Unidos o incluso a menores que podrían salir solos.
Esta es la tercera caravana masiva que se realiza hasta el momento, según cifras del gobierno de la caravana anterior unas siete mil personas regresaron voluntariamente y hay unas dos mil esperando asilo en la frontera sur de los Estados Unidos y México.