Con frecuencia, se escucha como los adultos emiten prejuicios y críticas hacia los jóvenes, especialmente hacia las nuevas generaciones; Dentro de la política no hay excepción, siendo excluidos de una política tradicional histórica, cultural y económica que perdura sobre todo en países en vía de desarrollo, los jóvenes han encontrado otros espacios emergentes para participar y expresar sus demandas de manera colectiva.
A través del activismo, los movimientos sociales y otro tipo de participación no convencionales los jóvenes, que representan el 40% de la población, se involucran en la democracia y construcción del país.
El desencanto de las sociedades, especialmente en los jóvenes, ante las promesas de los políticos y el mismo discurso ha conllevado a una indiferencia y desesperanza, porque las leyes y las decisiones se quedan al margen de la teoría. El nivel socioeconómico y la influencia familiar también puede tener un peso en su inclinación hacía la política.
“A diferencia de la mayor parte de jóvenes en Honduras, tuve la oportunidad y privilegio de discutir y estar en un ambiente con altas cargas de contenido político”, expresó Marlon Ochoa, docente universitario que ha ocupado cargos partidarios ad honorem.
Otros factores como la falta de empleo, la violencia y la pobreza influyen en el desarrollo de los jóvenes y en la manera de cómo perciben el mundo. La política puede ser un ámbito complejo donde incursionar debido a que existen intereses de por medio, ciertas restricciones y la sensación de que llegar a un puesto de poder puede resultar imposible.
En Honduras, los mismos gobiernos con diferentes caras han tomado las riendas del poder y, aunque ha habido apertura y presencia, en los últimos años de mujeres y jóvenes en el Congreso Nacional (CN), en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y otras instituciones políticas, los hombres con experiencia política siguen teniendo la voz y el voto sobre cómo se debe manejar el Estado.
“En la militancia, la gente activa de los partidos tienen arriba de 55 años y son los que sostienen la política partidaria. Los jóvenes están alienados e indiferentes ante el ejercicio de la política, pero no necesariamente ante la situación del país”, manifiesta Ochoa.
Las nuevas caras en la Cámara Legislativa
Karla Medal, es diputada suplente de la bancada del Partido Liberal por el departamento de Francisco Morazán, siendo la parlamentaria más joven que legisla en el Congreso Nacional.
“Desde pequeña he sido influenciada por dos personas; mi abuela que va a cumplir 90 años este año, fue la primera diputada en el Congreso Nacional y la primer mujer cafetalera, se ha desempeñado en rubros machistas. También el pastor de mi iglesia ha influenciado en mí. Desde los 12 años tomé la decisión de estudiar aquí y conocer el entorno para participar en la política.
Medal se ha identificado con los valores del Partido Liberal y expresa que su actual esposo la motivó para leer todos los estatutos de los partidos.
“Nos caracterizamos por ser de corte horizontal, nuestra ideología es de centro izquierda, es cristiano. Los principios estampados en los estatutos son los que intento tener como ser humano”.
La Constitución de la República constata que ciudadanos hondureños mayores de 18 años pueden optar a cargos públicos, elegir y ser electos y asociarse o ingresar para constituir partidos políticos. Para optar por un puesto de diputado, se requiere que las personas hayan cumplido 21 años de edad y entre otros requisitos establecidos en la Ley.
De acuerdo con las Naciones Unidas (ONU), no hay una edad definida que comprenda el concepto de juventud, no obstante, se ha definido un rango de edad entre 15 a 24 años. Más de 3 millones de hondureños (3,301,577) tienen una población de 12 a 30 años, que es considerada joven.
Entre los intentos de motivar a la juventud, el gobierno ha propuesto iniciativas como Involucrate con el fin de promover la participación juvenil, voluntariados y la acción social a nivel nacional.
Asimismo, el Instituto de la Juventud fue creado en el 2006 y, surgió con con el fin de generar espacios de participación y en base a demandas de movilizaciones juveniles.
«Hicimos incidencia a nivel de proyectos de país, de concientización ciudadana como por ejemplo «Si no votas, no te quedes» que fue la iniciativa que fundamos para incentivar el voto joven. La política no solo es partidaria, las formas de hacer política han cambiado, los jóvenes lo han cambiado», expresa Frank Alley
Frank Alley, de 26 años forma parte de la escuela de liderazgo del Partido Nacional «Tenemos que participar, no solo dando nuestra opinión sino también accionando, organizándose y proponiendo políticas públicas, iniciativas ciudadanas»
Formación política
Según Ciudades Amigas de UNICEF, los miembros jóvenes no se comprometen con instituciones políticas centralizadas y hereditarias, porque usualmente son dominadas por gente demasiado mayor, masculina y procedente de ambientes de nivel económico medio o alto.
Considerando que los jóvenes son el futuro del país, a través de mecanismos legales y políticas públicas se ha intentado incluirlos, sin embargo, no siempre se cumple.
“En la práctica se siguen reproduciendo prácticas excluyentes, persisten prácticas de poder que configuran estructuras sociales que perpetúan condiciones de explotación y desigualdad social. Por ejemplo tienen más acceso a educación que antes, pero menos acceso a empleo, más acceso a información pero no así al poder, entre otros”, explica Jennifer Erazo, coordinadora de la fundación Friendirch Ebert.
A través de fundaciones, escuelas y otros centros se forman jóvenes como sujetos que aportan al fortalecimiento de la democracia, para que desarrollen posturas críticas y otras capacidades.
En el caso de la Fundación Friedich Ebert, forma alrededor de 26 personas al año. El 51% de los egresados son mujeres y el 49% son hombres. Este programa está orientado a que se conviertan en agentes de cambio y apuesta al empoderamiento y en la transformación de relaciones de poder excluyentes.
“En ese sentido orientamos el programa desde varios enfoques de análisis: el feminismo, la transformación socio ecológica y el pensamiento político latinoamericano. Desde estas bases epistemológicas se espera identificar y desmontar discursos, prácticas e instituciones patriarcales, colonialistas y extractivista, para ser sustituidas por el reconocimiento y respeto a la diversidad de identidades (territoriales locales y regionales), reconfigurar las prácticas productivas, y construir nuevas instituciones democráticas”
Fundaciones como Friedrich-Ebert-Stiftung, Konrad-Adenauer Stiftung, Newman y la Escuela de Formación Política del Partido Nacional son algunos que ofrecen programas de liderazgo y en ese sentido, los orientan a que propongan iniciativas de cambio, a asumir compromisos, responsabilidades y sobre todo, en quebrar los patrones.
«Es necesario inspirar a los jóvenes a que ellos sepan en su interior de que es una responsabilidad ciudadana, un llamado a la patria», motiva Alley.
Un llamado a la iniciativa frente a la adversidad
A partir del 2009, las movilizaciones y protestas se convirtieron en los lugares de participación juvenil de manera que se convierten en sujetos políticos activos. Son espacios más autónomos y menos estructurados, manifiesta Erazo. Sin embargo, estas participaciones no son exclusivos de este momento histórico.
En voluntariados, asociaciones estudiantiles de colegios y universidades, colectivos diversos, movimientos ambientalistas, feministas y movimientos de lucha territorial encuentran donde pueden incidir, de conectarse con comunidades y demandar por sus derechos.
Esta construcción la realizan entre la criminalización y la subrepresentación en entornos más formales, e incluso con la falta de apoyo de los mismos jóvenes.
“En Honduras, las élites políticas y económicas están cómodas con los bajos niveles de participación en la política. Hay otras condicionantes que alejan a los jóvenes de la participación”.
El involucramiento de los jóvenes en la política es clave y parte de una buena salud para la democracia. Es por esto que mientras evolucione la sociedad, la incorporación de nuevas formas de participación a una política más organizada podría crear más condiciones, pluralismo e interés.
Por: Rebecca Schwimmer