La presencia de la mujer se ha sentido en las luchas de independencias y revoluciones caudillistas de Honduras y Latinoamérica aunque su voz y su papel se ha invisibilizado debido al sistema patriarcal y religioso.
Aun en la actualidad, la mujer es apartada y discriminada pero eso no ha detenido a que algunas voces se alcen. El historiador Julio Valladares explica en su libro «Las Troperas» que las hondureñas han conseguido destacarse en varios campos del conocimiento y la lucha por derechos inherentes a los seres humanos.
La poca recopilación de la historia de Honduras no muestra mucha de su historia, se han rescatado pocos nombres y rostros, algunas han quedado en la sombra.
En las revoluciones, jugaron un papel importante, encargándose de servir como espías, agitadoras, mensajeras, enfermeras, cocineras y muchas veces realizando actividades arriesgando su integridad física.
Pero Valladares menciona que también eran transportadoras de pertrechos bélicos, vigilaban en la retaguardia y estuvieron en las líneas de batalla.
«Se destacaron en los varios movimientos político caudillistas que ensangrentaron, enlutaron, empobrecieron y sumieron en el atraso a Honduras», continúa Valladares en su libro.
Algunas mujeres durante el siglo XX visitaban las trincheras donde se encontraban los soldados, prestaban hasta servicios militares y curaban las heridas de los combatientes.
Asimismo en la revolución de 1924, entre las fuerzas del político Vicente Tosta y el general Francisco Ferrera militaban mujeres que acompañaban a sus esposos aunque «desempeñaban propias de su sexo». Con el tiempo, dejan estos puestos para tomar las armas y combatir en las líneas de batallas, dice el historiador Jesús Evelio Inestroza en su libro «General Gregorio Ferrera».
«Son presentadas únicamente como una curiosidad digna de ser conocida, desconociéndose que ellas fueron en cierta forma revolucionarias, una especie de voluntarias al servicio que tal vez sintieron que combatían por una causa y que tenían la convicción que participar en la campaña, llena de sangre y de muerte era también su destino», sostiene Inestroza.
En México fueron conocidas como «Adelitas» a las mujeres que formaron parte de las revoluciones, en Colombia, dice Valladares, se les llamaba Juanas y en Venezuela fueron bautizadas como «Troperas» porque le garantizaron a Simón Bolívar la supervivencia de su ejército. Las troperas hace referencia a las mujeres que acompañaban a los soldados.
También en los ejércitos de Francisco Morazán se registraron mujeres que eran llamadas «vivanderas», retratadas como mujeres revolucionarias.