(Por: Gilberto Ríos Munguía*) Marzo ha sido mes del proceso electoral primario e interno de las tres principales fuerzas políticas del país. El ambiente electoral despertó interés en la ciudadanía inscrita en los partidos mayoritarios y especialmente de la oposición, que sorprendieron con algunos resultados inusitados, reafirmando las verdaderas fuerzas en pugna en la contienda. En el bipartidismo la oligarquía ha definido sus cartas con las que buscan reestablecer la Honduras del pacto de élite que mantuvo el empobrecimiento silenciado durante décadas, desde 1982 hasta 2009.
La reorganización del proceso electoral -con las nuevas instituciones que incorporaron a Libre- recorrió hasta hoy un camino escabroso, lleno de trampas y movimientos conspirativos por parte de la élite y todos sus instrumentos; Es claro que es el sector al que no puede interesarle la democratización de la sociedad hondureña. El Estado de Honduras es su principal fuente de acumulación de riqueza, sin su acceso al gobierno, la élite extranjera y representante de intereses trasnacionales, perdería inexorablemente su hegemonía.
Las facciones no ganadoras de los tres partidos han optado por diferentes caminos. Wilfredo Méndez y Nelson Ávila de Libre se unieron a la “Alianza de los honestos” (bautizada por la prensa como la “Alianza de los perdedores”) que lidera Luis Zelaya (PLH) y Salvador Nasralla (PSH). Xiomara Castro cuenta ahora con el apoyo interno en Libre de más del 75% del electorado que la votó directamente y con la fuerza emergente de Carlos Eduardo Reina que ya ha reconocido su triunfo y también ha manifestado su apoyo al partido y a su candidata para las elecciones de noviembre de este año.
Los procesos de impugnaciones de actas y elecciones por municipios, departamentos y de nivel nacional o total del proceso, pondrán a prueba nuevamente a la institucionalidad del Consejo Nacional Electoral; en esta ocasión hay una voluntad manifiesta de la Concejala Rixi Moncada de llegar a las últimas consecuencias con aquellos/as que hayan incurrido en Delito Electoral, por lo que se pide el famoso “Voto por Voto” que una vez pidiera Ricardo Álvarez y que sin duda hubiera ahorrado algunos dolores de cabeza en el país.
Los escrutinios especiales y el cotejamiento de cuadernillos electorales son la exigencia principal para aclarar como fue el verdadero comportamiento de la voluntad popular, sin que los filtros de algunos miembros de mesa, bajo la coordinación de dirigentes de los partidos y candidatos /as puedan cambiar los resultados. Éstos que no organizan elecciones, sino fraudes para garantizar su elección, desnaturalizan el proceso y repiten los vicios ya conocidos del tradicionalismo.
Aunque se pueda destapar el fraude de las actas una vez se abran las urnas, es técnicamente imposible proceder contra las otras formas de fraude como las redes clientelares, masas acarreadas por migajas, compra de votos, votos manipulados por la sincronía de los medios de comunicación hegemónicos dedicados a confundir y orientar negativamente al electorado en favor de los representantes de las élites. La desinformación es de las herramientas principales de los nuevos tiempos.
La construcción democrática amerita el fortalecimiento de las posiciones del partido de la oposición que levanta la bandera del cambio de modelo económico, de sistema político, de la norma y el contrato social; Libertad y Refundación es ahora más que nunca la alternativa para el cambio en el país; es la negación del proyecto oligárquico que da cada día más privilegios a las minorías y menos oportunidades y derechos a las mayorías.
(*)Dirigente del Partido Libertad y Refundación.
