TEGUCIGALPA, Honduras
Transcurría solo el quinto día del nuevo gobierno y la protesta se hacía cada vez más intensa en las afueras de Casa de Gobierno cuando, de repente, apareció una figura rápidamente identificable, un viejo conocido en la política hondureña y cuyo nombre ha cobrado auge de forma reciente.
Era el expresidente Manuel Zelaya, quien decidió abrir los portones para que los maestros del Programa Hondureño de Educación Comunitaria (Proheco) -cuya exigencia es que se dé cumplimiento al decreto que les otorga permanencia- entraran al lugar, mismo que denominó como La Casa del Pueblo.
En medio de tal acto, Mel relató a la prensa que observó a la multitud y llamó a la presidenta Xiomara Castro -su cónyuge- quien le instruyó que los dejara pasar.
Empero, el liderazgo ejercido en ese momento por el también coordinador de Libertad y Refundación (Libre) avivó cierta controversia y el pensamiento de algunos críticos de que, pese a que Castro ocupa la silla presidencial, será su esposo quien tomará las riendas del país.
Aunque la muestra es baja, tras 10 días como titular del Poder Ejecutivo, Castro solo ha tenido una aparición pública -y mediante videollamada- el 1 de febrero por la inauguración del año lectivo.
En tanto, la figura del expresidente toma realce en el arranque de un período que él mismo ha calificado como de reivindicación luego de que su mandato fuese interrumpido de forma súbita la madrugada del 28 de junio de 2009, cuando sufrió un golpe de Estado.
Es válido recordar que la proyección política de Castro inició cuando su esposo fue derrocado y ella encabezó la resistencia popular en las calles.
Además, los primeros días de la nueva administración se han visto marcados por una crisis política originada por la elección de dos juntas directivas del Congreso Nacional, lo que ha comenzado a crear un clima de desaprobación.
«Creo que el orgullo para las mujeres de tener una presidenta debe darnos la certeza que no es una manipulada por un marido. Exigían y hoy no hay institucionalidad, prevalece la ley de más fuerte», aquejó la diputada nacionalista Johana Bermúdez.
Por su parte, la congresista Beatriz Valle, quien fue expulsada de Libre, compartió una encuesta en su cuenta de Twitter preguntando a sus seguidores si les gustaría que Zelaya se convirtiera en copresidente, tal como Rosario Murillo, la esposa del mandatario Daniel Ortega en Nicaragua.
Expertos consultados por El Pulso coinciden en que Mel tiene amplia experiencia, un liderazgo innegable y tendrá un importante rol de acompañamiento para la primera presidenta en la historia de Honduras, pero no debería llegar al grado de imposición.
«Está claro que el papel del expresidente Zelaya va a ser complementario y secundario. Lo peor que pudiera hacer la presidenta es ceder sus atribuciones constitucionales a una persona que no ostenta más que la autoridad política de ser un coordinador de un partido», valoró el analista Raúl Pineda Alvarado.
«Igualmente, sería un error marginarlo, debe ser objeto de un reposicionamiento de colaboración», agregó.
Mencionó que, hasta ahora, percibió que Castro no está actuando bajo la dirección de nadie, aunque sí con base en su equipo de trabajo y su sentido lógico de administración.
Consideró que el manejo del país comienza a encauzarse y el cónyuge de la gobernante está tomando la posición que le corresponde, política pero no decisoria.
No obstante, el también jurista puntualizó que después de los primeros 100 días de gobierno se podrá hacer una evaluación más amplia sobre la conducta de la pareja presidencial.
Desde que buscó la presidencia por primera vez en 2013, Castro ha sostenido la versión de que su esposo será, en Casa de Gobierno, un acompañante que le dé consejos y le apoye con información.
Incluso, por la pericia de Mel, llegó a decir que tendrá «al mejor asesor en Casa Presidencial».
El analista político Omar García comparte la versión y acotó que la población sostiene, al menos por ahora, el mismo punto de vista.
«Por un lado, Zelaya es el asesor y por el otro Xiomara Castro es la presidenta y así lo ve la gente», expresó en una entrevista concedida a este periódico.
Planteó que hay dos tipos de asesores, unos que están bajo la sombra de manera permanente y otros que son figuras públicas muy activas, siendo el segundo escenario el que encajaría con el sagaz político del gobierno del Poder Ciudadano.
Indicó que la notoriedad de los esposos presidentes se evidenció previamente en República Dominicana con Margarita Cedeño y Leonel Fernández así como en Argentina con Cristina Fernández y Néstor Kirchner, pero debe ir menguando a medida avanza la administración.
Además, externó que una facción de la ciudadanía ya estaría reprobando la relevancia que estaría acogiendo el expresidente Zelaya.
«Una buena parte de los hondureños está sintiendo incomodidad de ver en una forma más visible, como muy importante, al señor Manuel Zelaya. No les parece», dijo.
En ese sentido subrayó que no se puede perder de vista que quien ha vasto rodaje en el engranaje gubernamental es Mel y no Xiomara Castro, pero deben tener cuidado de mezclar el ambiente familiar con el desempeño.
Enfatizó que, con poco más de una semana de mandato, es muy prematuro para definir qué grado de injerencia podría tener Zelaya en la gobernanza de su pareja.
Por otro lado, García expuso que es normal que Castro haya prescindido de apariciones públicas en el arranque de su administración y se pronuncie más a través de las redes sociales debido a que debe tomar todas las normas sanitarias por la pandemia de coronavirus que sigue vigente.
«Sería nefasto que en este inicio ella se infectara de covid-19. Pensando en la República es bueno que por ahora guarde distancia, sería catastrófico que algo le pasara», declaró.
Dijo que él considera que las formas de acercamiento más personales son esenciales y confía en que irán aumentando con el tiempo.
«Xiomara Castro no es una figura débil, es una muy fuerte que denota firmeza», aseveró.
Asimismo, hizo hincapié en que es indispensable que sus asesores -que tiene tanto nacionales como foráneos- le ayuden a forjar un patrón de conducta que le permita tener una marcada aceptación.
Castro, a lo largo de su incursión política, ha sido un bastión para el empoderamiento femenino y prometió que en sus cuatro años como presidenta luchará por los derechos de las mujeres.
«¡Estamos rompiendo cadenas y estamos rompiendo tradiciones!», clamó el 27 de enero en el Estadio Nacional cuando disertó por primera vez a cargo de la primera magistratura de la nación.
Ahora la vox populi, sin demeritar lo que representa Mel, aguarda que la lideresa que marcó historia en Honduras tenga la última palabra en las decisiones que se emiten desde el Poder Ejecutivo y se acerque más a la población que confió en ella.