Ruptura y tradición: el bipartidismo y la tiranía del sesgo político.

Selvin Sánchez18 diciembre, 2023

SAN SALVADOR, El Salvador

(Por Jorge Sagastume) Probablemente, la tradición bipartidista se inició desde el momento mismo de la configuración del Estado – Nación, precisamente en 1839, cuando se creó la primera Constitución Política de Honduras. La génesis del bipartidismo entre liberales y conservadores es un catálogo denso, voluminoso de caos y crisis políticas, reformas, intrigas, zozobras, disturbios, derrocamientos de presidentes, poder militar, guerras civiles, dictaduras, desapariciones forzadas, revanchismos, traiciones, extractivismo, entrega servil a intereses foráneos, etc.

La práctica del bipartidismo es parte de la tradición política, una práctica de círculos concéntricos de poder, oscuro y mediático. De cerrojos y ataduras absurdas e irracionales barreras infranqueables que han negado el crecimiento, desde el inicio, de un Estado moderno, transparente y pluralista. Donde el bien común – elevado a patrimonio nacional – haya sido la justicia. Pero la realidad ha sido otra: virulenta, tenebrosa, miope, de alta traición a la patria, aferrada a valores de la subcultura, autodestructiva y mediocre.

El bipartidismo crea sesgos casi insuperables, cuya narrativa nefasta obstruye el desarrollo y la modernización de un sistema político basado en valores. Crea haciendas políticas y no permite el fortalecimiento de sus instituciones. Los partidos políticos en el poder o desde la oposición, pudieran ser entidades públicas beligerantes, capaces, con autonomía y soberanía para encausar la cultura política y el desarrollo como lances y motores indispensables para un estado de bienestar de una nación y sus ciudadanos.

La letalidad del bipartidismo es cuando los políticos son mediocres, y responden a estructuras mentales estrechas, cobardes, cínicas y, ante todo, lesivas y traicioneras a los valores de la democracia y al mismo estado de derecho. Sus patrones y enfoques altamente contaminados, no permiten que vean la realidad más allá del tabique nasal. EL sesgo elimina las convicciones, principios y normativas tan necesarios para la convivencia ciudadana y política.

El atraso y el desarrollo de un país, en buena medida está directamente relacionado con el sesgo político. Las políticas nacionales, los derechos humanos, la administración de la justicia, el sistema carcelario, la corrupción, la impunidad, la lucha y combate a la delincuencia, carteles de la droga y todas las formas del crimen organizado, no hay avances ni impactos importantes, cuando lo que impera es el sesgo político. Este sesgo no permite que la buena gobernanza de la democracia y del sistema político, la sociedad y las fuerzas políticas sean pluralistas, abiertas, transparentes, capaces e inteligentes. La ingobernabilidad de los procesos y el vacío democrático, su mayor asidero está en el sesgo político.

El mismo abordaje de las políticas públicas y formas innovadores de esquemas de trabajo para dinamizar y administrar la justicia, el desarrollo y los derechos humanos y otros mecanismos alternativos de desarrollo, es imposible aspirar a su alcance, cuando lo que impera es la tiranía perfecta del sesgo político en todo su esplendor y manifestaciones. Mientras este sesgo no se elimine como acción de dominación y manipulación ideológica de los partidos políticos, seguirá nuestra democracia, tan frágil, excluyente, como corrupta.

A la amistad inmarcesible de la abogada Sandra Margarita Barahona.

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