Editorial: Oposición fragmentada no halla candidato que haga frente a maquinaria de Libre

A pocos meses para que las autoridades del Consejo Nacional Electoral realicen la convocatoria a elecciones primarias de marzo de 2025, no se ve en la oposición un candidato referente que se convierta en el gran integrador o aglutinador de lealtades que puedan construir un proyecto político para hacer frente a la maquinaria que ha venido construyendo Libre en la última década y que a pesar del desgaste y pago de derecho de piso por los crasos errores cometidos en estos dos años y medio de gobierno, se prepara para un segundo triunfo el último domingo de 2025.

Desde que el Partido Nacional dejó la administración del Estado en enero de 2022 y el posterior arresto del exjefe narco Juan Orlando Hernández y las pocas posibilidades de remontar del Partido Liberal, que quedó débil tras el golpe de junio de 2009, estamos observando cómo el otrora poderoso bipartidismo tradicional entró en un peligroso desgaste que, en las actuales circunstancias, no son una verdadera opción de triunfo para el venidero proceso. Tampoco lo son las otras fuerzas minoritarias como el PSH (que mantiene una tenaz batalla interna) y no pueden reunir el caudal suficiente como para que puedan derrotar a Libre, independientemente si Rixi Moncada o Jorge Cálix -el díscolo- se imponen en las primarias del próximo año.

¿Por qué el bipartidismo tradicional se encuentra donde se encuentra hoy? Ambas fuerzas, durante el siglo XX y la primera década del siglo XXI se alternaron el ejercicio de la presidencia tutelada por los poderes locales, quienes a su vez, han estado bajo dominio estadounidense, parafraseando a Galeano quien en su obra Las Venas Abiertas de América Latina, observaba la sumisión de los liderazgos políticos y las burguesías financieras e industriales sometidas a los designios del big stick (doctrina del gran garrote) y la diplomacia del dólar, misma que se ve amenazada por el surgimiento de otras potencias globales que tienen contra las cuerdas la influencia de Washington en la región.

Es de más explicar que estas élites políticas y económicas catrachas siempre han estado leales a los lineamientos de la Casa Blanca en su política exterior que a su vez se ha venido debilitando en la región con el resurgir de gobiernos que van desde el progresismo a una izquierda moderada, con ciertos matices revolucionarios, frente a una reacción conservadora que encabeza el desquiciado de Milei en la conflictiva Argentina, pasando por un Noboa que sacó a punta de culatazos al exvicepresidente Jorge Glas de una sede diplomática en Quito y los descoloridos gobiernos conservadores de Paraguay, Uruguay, el nefaso Perú de Boluarte, y Costa Rica que no han sabido marcar la pauta en la derecha latinoamericana.

En cambio, es por lo que observamos, se ve más protagonismo en un Petro que acaba de romper relaciones con Israel por el genocidio en Gaza, un Lula que está rompiendo récords en reducción de la pobreza en un industrializado Brasil que venía de estar de capa caída con el fanático de Bolsonaro, una Castro que ha posicionado por coyuntura a Honduras en la agenda internacional (aunque ha tenido fuertes resistencias hacia adentro) y un López Obrador que se prepara para entregarle el testigo a Sheinbaum para que continúe con la IV transformación de México.

En la derecha latinoamericana, hay exepciones con un Bukele, un renegado de la izquierda, quien mantiene a raya la delincuencia en El Salvador -no sabemos por cuánto tiempo-, pero goza de una incuestionable popularidad que lo llevó a reelegirse y su Asamblea Legislativa acaba de dar un zarpazo a la Constitución anticomunista y neoliberal para perpetuarse, emulando los pasos de Hernández, a quien tachó de dictador en su momento para granjearse más popularidad.

Un ejemplo que daría más luces a Libre para obtener un segundo mandato son las lecciones que está dejando Milei en Argentina al desarticular el Estado con terapia de shock -como lo hizo el expresidente Callejas en la década de 1990 cuando nos dijo con cinismo que la medicina es amarga pero necesaria- que está volviendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

Si hacemos esta narración, estimado lector, es para ponerlo en contexto del porqué la oposición hondureña no logra encontrar un sujeto con carisma que pueda unir a los liberales conservadores, nacionalistas renegados del juanorlandismo y votos independientes que, según ellos, están decepcionados de la actual administración. Nasralla, quien sería el referente, no logra convencer a los conservadores por sus posturas ambivalentes que lo han llevado a coquetear con la izquierda y cortejar a la derecha nacionalista y rojiblanca para que le den la bendición de ser el candidato único. Su desprestigio fue tal que se alió con los restos del gobierno de JOH en un bloque reaccionario que desapareció luego que la cúpula nacionalista vendiera a David Chávez y entrara en componendas con el oficialismo para nombrar al fiscal adjunto y buscar negociar inmunidad.

Gabriela Castellanos tampoco logra cuajar en simpatías entre la población que puede ejercer el sufragio por su controvertida gestión al frente del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) porque hizo la vista gorda por el megafraude contra el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) perpetrado por el juanorlandismo -a quien le hizo un guiño hace algunos meses- y los inolvidables hospitales móviles. Meses atrás, buscaba quedar bien con la presidenta Xiomara Castro para buscar la silla de la fiscalía general, pero que fue desestimada por su tendencia a la traición.

En tanto, Nasry Asfura no logra levantar lealtades en el Partido Nacional, tras la grieta que se formó con David Chávez, quien permanece como prófugo de la justicia y quien decidió marcar radical distancia de Papi a la Orden. Ese hecho está generando un silencioso, pero profundo cisma en el conservadurismo que se ha mantenido, o trata de mantener, una granítica unidad que de todos modos se irá desmoronando conforme pase el tiempo y vayan saliendo más reclamos que huirían su caudal en beneficio de otras fuerzas políticas.

Ese fenómeno que se ve en el Partido Nacional beneficia a Libre, cuya instancia mantiene una áspera pugna interna entre Moncada y Cálix y por la falta del proceso de crítica y autocrítica -como lo expone Lenin en sus escritos que no pasan de modatambién podría pasarle factura y por algunos escándalos protagonizados por algunos altos funcionarios en redes sociales, pero será cuestión de tiempo para que se unifiquen en torno a la figura del expresidente Zelaya y la mandataria Xiomara Castro, la heredera natural del liderazgo a lo interno del partido de gobierno.

A pesar de estos errores, nadie puede alegar que Libre se prepara para ir a elecciones, replantear sus estrategias de lucha y de acelerar proyectos gubernamentales para buscar la gracia del electorado, por lo que nos resta ver quién será el contrincante de Moncada o Cálix para las elecciones generales.

Asimismo, no podemos ignorar el contexto regional, ante el inminente gane de Sheinbaum en México, la consolidación del liderazgo de Lula en Brasil y una posible rebelión en Argentina que podría tumbar a Milei, según valoraciones de expertos, cuyos factores darían mucho combustible a Libre para asegurarse el Ejecutivo por otros cuatro años.

En tanto, la oposición deberá entrar en una profunda catarsis y recurrir a los métodos leninistas de la crítica y autocrítica para encontrar los motivos por los que carece de un verdadero liderazgo político que supo imprimir en su momento Hernández a punta de puño de hierro y represión, para volver en un futuro cercano o lejano a Casa de Gobierno, si bien se sobreentiende que la política es muy dinámica.

Acerca de El Pulso

Propósito: Somos un equipo de investigación periodística, que nace por la necesidad de generar un espacio que impulse la opinión sobre los temas torales de la política, economía y la cultura hondureña. Estamos comprometidos con el derecho que la gente tiene de estar verdaderamente informada.

Derechos Reservados 2019-2021