Estabilidad económica, menos pobreza y una deuda pendiente: México en la era de López Obrador

Redacción El Pulso30 septiembre, 2024

CIUDAD DE MÉXICO, México 

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, terminará el próximo martes los casi seis años de un Gobierno que transformó por completo al país, que desmintió los vaticinios funestos de la oposición y que dejó una serie de claroscuros en materia política, económica y social.

López Obrador consiguió consolidar la ‘Cuarta Transformación’ o ‘4T’, como bautizó a su gestión para dotarla de un aura épica, al equipararla con la Independencia de 1810, la Guerra de Reforma del siglo XIX y la Revolución de 1910.

A través de sus diarias conferencias de prensa ‘mañaneras’, el mandatario logró imponer la agenda del debate público y combatir la narrativa de la prensa crítica u opositora, nacional e internacional, lo que dotó de singularidad a su gestión. Las denuncias o cuestionamientos no le hicieron mella alguna a López Obrador. Por eso las encuestas coinciden en que se va con una popularidad del 70 %, algo inédito para un presidente mexicano.

Uno de sus principales logros es haber convertido al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en el partido más importante del país en tiempo récord, ya que ahora cuenta con mayoría absoluta en el Congreso, gobierna en 24 de los 32 estados, y obtuvo la reelección consecutiva gracias a que Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista, arrasó en las elecciones del 2 de junio con el 58 % de los votos.

Cuando López Obrador asumió el 1 de diciembre de 2018, la oposición advirtió una y otra vez que el país quedaría sumido en una crisis económica. Pero ocurrió todo lo contrario. El balance macroeconómico es positivo.

Así lo afirmó el propio presidente durante su sexto y último informe de Gobierno, que ofreció el pasado 1 de septiembre y en el que enumeró los resultados de su gestión.

De acuerdo con ese reporte, desde 2018 la economía mexicana registró un crecimiento promedio anual del 1,0 %; la inflación fue del 5,1 % y, por primera vez en más de 50 años, el peso no se devaluó. Al contrario, la moneda se fortaleció frente al dólar.

En términos globales, México pasó del lugar 15 al 12 entre las economías más grandes del mundo y desplazó a China y a Canadá como el principal socio comercial de EE.UU. La deuda, en tanto, creció seis puntos del Producto Interno Bruto (PIB), el menor nivel de los últimos 18 años.

Además, hubo récord de inversión extranjera: en 2023 alcanzó un monto de 36.000 millones de dólares, cifra que se prevé será superada al cierre de 2024; la recaudación de impuestos creció en un 61,4 %; y se crearon 2,3 millones de empleos formales.

López Obrador prometió «austeridad republicana» y cumplió. En 2018, último año de Gobierno de su antecesor Enrique Peña Nieto, la Oficina de la Presidencia gastó 1.600 millones de pesos (84 millones de dólares); en 2023, ese presupuesto ya se había reducido a 600 millones de pesos (33,8 millones de dólares).

Por otra parte, las reservas internacionales del estatal Banco de México alcanzaron los 224.709 millones de dólares, un récord histórico que representa un aumento del 29 % con respecto a las que había en 2018.

Durante el último año de su Gobierno, López Obrador señaló de manera insistente que su mayor motivo de alegría como presidente era haber reducido la pobreza.

Según los datos que ofreció en su sexto informe de Gobierno, entre 2018 y 2022 salieron de la pobreza 5,1 millones de personas, lo que implica una reducción del 5,6 %, algo que no sucedía en más de 30 años.

En los sexenios de Felipe Calderón (2006-2012) y Peña Nieto (2012-2018) cada mes había 100.000 nuevos pobres, pero en el Gobierno de López Obrador la tendencia se invirtió por completo. Ahora, cada mes salen de la pobreza 100.000 mexicanos.

La desigualdad también se redujo. Hace dos décadas, un rico ganaba en promedio 35 veces más que un pobre; ahora la diferencia es de 15 veces.

Parte de estos resultados se deben a que el salario mínimo aumentó más del 100 %, lo que no había ocurrido en los últimos 40 años; y a los múltiples programas sociales que López Obrador puso en marcha para los adultos mayores, las personas con discapacidad, los estudiantes de preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y universitarios y madres solteras.

Uno de los principales lemas de López Obrador fue: «Por el bien de todos, primero los pobres». En ese afán, se construyeron 202 Universidades para el Bienestar en las zonas más marginadas del país, en donde actualmente estudian becados 56.464 alumnos. Otros 3.299 ya se titularon.

Sin embargo, de acuerdo con datos oficiales, la pobreza extrema aumentó de 8,7 a 9,1 millones de personas entre 2018 y 2022. Del mismo modo, hubo un histórico nivel de enriquecimiento entre los hombres más ricos del país durante su mandato.

Entre diciembre de 2018 y marzo de 2024, los multimillonarios mexicanos aumentaron su riqueza en un 82,5 %, más del 78 % que lograron las familias más acaudaladas a escala global.

De esta forma, magnates como Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego (uno de los principales enemigos de López Obrador), Alejandro Baillères y Juan Beckmann duplicaron o triplicaron sus fortunas.

Durante sus tres campañas presidenciales, una de las promesas más reiteradas por López Obrador fue la de terminar con la militarización que impusieron Calderón y Peña Nieto como estrategia principal para combatir al narcotráfico.

No obstante, una vez que asumió el Gobierno, López Obrador les otorgó a las Fuerzas Armadas el manejo de los aeropuertos y las obras más emblemáticas del su Gobierno, desde el terminal aéreo Internacional Felipe Ángeles al Tren Maya, lo que le acarreó polémicas permanentes.

También promovió reformas para que los militares participaran en tareas de seguridad pública hasta 2028 y para que la Guardia Nacional, una nueva fuerza que creó durante su Gobierno, quede bajo mando castrense.

Otra controversia permanente fue la que generó la estrategia de López Obrador en materia de narcotráfico, y que se basó en la premisa de «abrazos, no balazos», es decir, en atender las causas y no las consecuencias para terminar con la guerra que Calderón inició en 2006, y que solo disparó el número de víctimas como nunca antes.

La violencia, sin embargo, no se detuvo, por lo que el reto sobre esa crisis y sus consecuencias queda aún pendiente para la gestión de Claudia Sheinbaum.

López Obrador cierra su sexenio con un saldo de más de 100.000 personas desaparecidas, cifra que refleja la gravedad de las incesantes violaciones a los derechos humanos que se padecen en un país azotado por múltiples cárteles.

López Obrador se comprometió con las luchas por los derechos humanos del presente y el pasado e incluso creó una Comisión para el acceso a la verdad, el esclarecimiento y el impulso a la justicia por las violaciones a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990, durante el periodo conocido en este país como «la guerra sucia».

Sin embargo, la promesa no estuvo exenta de tensiones con los familiares de las víctimas y organizaciones de derechos humanos, que chocaban con el enfoque que tenía el Ejecutivo para abordar la problemática. En ocasiones, las diferencias se saldaron con acusaciones de anomia para el Gobierno y señalamientos de parte del mandatario hacia algunos activistas, a los que acusó de ser sus adversarios y de estar al servicio de intereses extranjeros.

En paralelo, quedó irresoluta la crisis forense que se refleja en los más de 52.000 cuerpos apilados y sin identificar que hay en las morgues, así como el caso de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

En víspera del décimo aniversario de la tragedia, López Obrador envió una carta a los padres de las víctimas para rendir cuenta de los avances en la investigación del crimen durante su mandato.

«Se avanzó no como quisiéramos, pero no es un expediente cerrado, va a continuar la investigación y se aclararon varias cosas que no se conocían, que la gente no sabía», dijo en su habitual conferencia de prensa. Allí, reconoció que «no ha sido posible avanzar más» porque uno de los presuntos capos involucrados en el caso, «no ha mostrado voluntad para seguir cooperando».

Del mismo modo, López Obrador destacó las maniobras del Gobierno anterior y las autoridades para ensombrecer el caso, así como una serie de «errores y omisiones que han complicado el esclarecimiento de lo sucedido en Iguala y conocer el paradero de los jóvenes». (Con información de RT). 

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