Nicaragua culminó el pasado domingo su proceso electoral, reeligiendo a Daniel Ortega para un tercer período consecutivo en la presidencia y a su esposa Rosario Murillo como vice presidenta, y aunque existen fuertes denuncias por parte de los sectores en oposición, calificando la jornada como una falsa electoral —Estados Unidos, por ejemplo, se mostró «preocupado» por un proceso que definió como «viciado»—, todo parece indicar que el resultado es ya irreversible.
Los datos oficiales hablan de un 30% de abstencionismo electoral —contrario al 70% que clama la oposición—, legitiman el proceso y silencian aquellas denuncias que hablan de robo de urnas e inflación de resultado.
Para Fabiola Cano, activista del FSLN y voluntaria en una mesa electoral en la ciudad de Managua, la abstención fue alarmante y hubo robo de urnas.
«Este año la gente no quiso ir a las urnas. La gente decía, no hay por quién ir a votar», dijo Cano, manifestando además, que es materia de descontento en las bases, lo que reconocen como un pacto de gobierno entre el FSLN y el Partido Liberal Constitucional de Arnoldo Alemán.
«Yo fui representante del Partido Sandinista en la mesa. A mi me capacitaron como suplente del primer miembro que consistía en ver lo padrones, pero llegaba la coordinadora diciendo «anotalo» sin mostrarme la célula aunque el ciudadano no vivía en el barrio y ella me decía «no digas nada». Y lo hacía para inflar los votos. Hubo muchos votos que eran de militares y policías», afirmó Cano.
Fidel Ernesto Narváez, abogado catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, reconoció que en efecto, la abstención se dio, pero en los barrios en donde vive la clase media y alta.
«En los barrios en donde viven las clases más populares se dio con normalidad el proceso electoral, aunque en Managua haya sido alto el abstencionismo», dijo.
Por su parte la abogada Eneida Incer, de la ciudad de Granada, afirmó, al igual que Fabiola Cano, que sí hubo un abstencionismo masivo en estas elecciones.
«La gente no salió a votar. No hubo conciencia ciudadana. No se sintió la campaña en las calles. Poca propaganda política, quizás solo en los últimos 15 días», dijo.
Para Incer, como para Cano, la poca participación en el proceso se debió a que la ciudadanía sintió que había un ganador ya definido en el proceso «y lo que faltaba era el trámite de las elecciones, nada más».
«Las juntas de recepción estuvieron vacías. El voto que salió fue apenas una parte del voto disciplinado sandinista. Parecía un día normal, no miraba el ambiente electoral. Las calles estaban tristes», afirmó Incer.
Fidel Ernesto Narváez, sin embargo, considera que los datos presentados por la oposición no se pueden tomar como reales, pues la misma no tuvo acceso a la información de las mesas electorales.
«Al no haber participado la oposición, pues no tiene acceso a la información real de las mesas electorales. Por lo tanto los datos que maneja no pueden ser confiables. Obviamente la opinión internacional tendrá en cuenta su opinión pero basado en su interés», dijo, agregando que Ortega ganó con el 72% de los votos válidos y eso, es lo que importa.
«La militancia y la disciplina del FSLN ha sido algo incuestionable desde que se inició la vida electoral en Nicaragua después de la guerra. La decisión del gobierno de decretar la ilegalidad a los partidos de oposición se debió a que estos iban a llamar a la violencia y crear un clima de inestabilidad que a la empresa privada no convenía», afirmó.
Para Narváez, Nicaragua está enrrumbándose de facto en una política que pretende «refundar la democracia sin que existan esos elementos perturbadores de la misma que son los que en Centro América han creado mucha desastibilización», afirmó Fidel Ernesto.
Pero Estados Unidos continúa presionando al Gobierno de Nicaragua. Roberto Courtney, presidente de Ética y Transparencia, organismo que forma parte del Consorcio Panorama Electoral, dijo que «el día de las elecciones fue caracterizado por una falta de transparencia y falta de mecanismo para evaluar el desempeño de la autoridad electoral».
Para Eneida Incer, sin embargo, no existe oportunidad para impugnar estas elecciones, por muy cuestionadas que estén.
«La gente con su ausencia lo que hizo fue legitimar el proceso electoral» —afirma, agregando que «el abstencionismo lo que indica es una serie de variables, que probablemente no tenés por quien votar o no te parecen los candidatos. Pero no me dice que repudiás al candidato. Si la gente hubiera anulado su voto sería distinto. Pero eso no ocurrió», dijo, llamando la atención en la vice presidenta Rosario Murillo, quien diversos analistas califican como un cuadro importante en el nuevo gobierno.
«Ahora hay un sector que espera que Rosario asuma un rol más parecido al que jugó Evita Perón en Argentina. Se cree que Ortega está muy mal de lupus y el movimiento que se está haciendo es preparar para que Rosario asuma la presidencia cuando Daniel no pueda».
En eso sí coinciden Incer y Narváez, pues el abogado Fidel Ernesto afirma que hay gente que maneja que la popularidad de Rosario es incluso mayor que la del presidente Ortega.
Inicia así, la era de Rosario Murillo en Nicaragua.