Las causas del trabajo infantil en Honduras son muchas y variadas: pobreza, extrema pobreza, violencia, inseguridad alimentaria, el no acceso a la educación, etc. Según datos del INE, hasta finales del 2016, cerca de medio millón de niños se ven obligados a trabajar en Honduras. Ninguno de esos trabajos es bien remunerado ni se justifica. La explotación laboral infantil es unos de los mayores lastres de la sociedad hondureña.
«La mayor concentración del trabajo infantil se encuentra en el área rural con el 68.2% mientras en el área urbana se tiene el 31.8%; el 74.4% son niños y el 25.6% niñas; las áreas económicas con incidencia en trabajo infantil son: la agricultura, silvicultura, caza y pesca con el 52.6%; comercio por mayor y menor el 18.6%; el 11.0% en la industria manufacturera, el 4.0% en construcción; transporte y almacenamiento el 1.0%; explotación de minas y canteras, 0.2%».
La cifra de niños trabajadores registra un alto índice en las ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba, El Progreso y otras, pero el mayor número de “trabajadores infantiles” se encuentra en las zonas rurales; donde la situación de explotación laboral y explotación infantil es mucho mayor a lo que registran los informes.
Aunque el Código de la Niñez y Adolescencia, así como las leyes del país y los múltiples tratados internacionales en favor de la niñez estipulan “los derechos fundamentales de los niños” a ser felices, a una familia, a condiciones de vida dignas, a tener acceso a la salud, alimentación y salud; la situación de la niñez en Honduras es ampliamente desfavorable.
Algunas causas generales del Trabajo Infantil
Según el Documento del Programa de País 2012-2016, «la población hondureña menor de 18 años es de 3,3 millones de personas y constituye el 44% del total de la población del país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), para el año 2009. El 49% de esa población son niñas. Los porcentajes por grupos de edad son: a) niños/niñas de 0 a 5 años, 28%; b) niños/niñas de entre 6 y 12 años, 42%, y c) adolescentes entre 13 y 17 años, 30%».
La base de la pirámide poblacional se va estrechando progresivamente debido a la disminución de la tasa de fecundidad en el país en los últimos años, a 3,3 hijos por mujer en 2006. Sin embargo, esa reducción no es homogénea en el país. En ciertas zonas rurales la tasa de fecundidad es aún de 5 hijos por mujer.
Entre los años 2001 y 2009 la pobreza monetaria «disminuyó en 4,9%. Sin embargo, se requiere acelerar para poder alcanzar la meta del Milenio, cifrada en 37,4% para la pobreza monetaria en general y en 27,1% para la pobreza extrema hacia 2015. Honduras es un país de fuertes inequidades», según el INE.
La pobreza monetaria afecta significativamente a los niños y adolescentes de Honduras: al 53,7% de los niños menores de 6 años de edad, al 55,7% de los niños en edad escolar y al 47% de la población adolescente. Estos porcentajes se relacionan con los promedios nacionales.
La tasa de mortalidad de niños menores de 5 años se ha reducido a 30 por cada 1,000 nacidos vivos, en el año 2009, y la meta es de 18 por 1,000 para el año 2015. Para el mismo año, la tasa de mortalidad infantil, que era de 23 por 1,000, debe llegar a 12 por 1,000. Si bien las tendencias son positivas, ocultan disparidades que afectan a los niños de las zonas rurales y a los niños de los pueblos indígenas.
Las infecciones respiratorias agudas y la deshidratación por diarrea siguen siendo las principales causas de muerte de esos niños. Si bien la cobertura nacional de agua y saneamiento aumentó significativamente en los últimos años, cerca de un millón de niñas y niños aun no cuentan con estos servicios, particularmente en las zonas rurales.
En cuanto a la desnutrición infantil global, la meta que se ha de alcanzar para el año 2015 es de 10,7%, que aún no se ha logrado en la zona rural. Sin embargo, la cifra en que se estimaba la desnutrición crónica para 2006 era de 27,4%, y la meta que se ha de alcanzar para 2015 es de 21,2%.
Honduras debe afrontar el reto de alcanzar esa meta mediante la promoción intensiva y creativa de la lactancia materna y la alimentación de destete. Según el Estado Mundial de la Infancia, UNICEF 2009, en Honduras solamente 1 de cada 5 recién nacidos es alimentado con leche materna durante su primera hora de vida, mientras que el 70% de los niños y niñas entre 0 y 6 meses no recibe lactancia materna exclusiva.
Los adolescentes de Honduras tienen limitado acceso a la educación. Solamente 6 de cada 10 adolescentes estudian. La temprana inserción de los y las adolescentes en el mercado laboral les excluye de oportunidades educativas y de otras ventajas sociales. Los adolescentes comienzan a trabajar a los 14,3 años de edad en promedio, particularmente en el sector rural.
Trabajo infantil
De acuerdo al estudio realizado por el CONADEH (2016), el trabajo infantil es nocivo para el desarrollo físico y mental de la niñez e incluye tareas mentales, físicas, sociales o moralmente peligrosas y dañinas para este sector en condición de vulnerabilidad, interfieren en su escolaridad, privándolos de oportunidades de asistir a la escuela; forzándolos a abandonar la escuela prematuramente o exigiéndoles asistir a la escuela y, al mismo tiempo, realizar tareas pesadas o de larga duración.
En el caso de Honduras se reportó, al mes de junio de 2016, una tasa del 14.1% de trabajo infantil, lo que significa que, del total de la niñez y adolescentes entre 5 y 17 años de edad, el 14.1% trabajaron al menos una hora en la semana de referencia, en actividades comprendidas dentro de la frontera de producción.
Por su parte, la Agencia Brasileña de Cooperación, «62.8% de la población hondureña vive en situación de pobreza y de ésta el 39.7%, en pobreza extrema; la tasa de desempleo abierta es de 5.3%, el subempleo invisible de 12.5% y el invisible de 27.7%, la desocupación afecta al 47.2% de la población joven».
De acuerdo a los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares con Propósitos Múltiples del Instituto Nacional de Estadísticas, realizada en junio del 2015, indican que en Honduras hay 417,255 (niños, niñas y adolescentes) en trabajo infantil, lo que representa el 16.5% de la población con edad entre 5 y 17 años y de ese grupo etario, hay 300,919 que no estudian ni trabajan, lo que constituye un nicho importante de personas menores de 18 años que son propensos a la migración, el trabajo infantil y peores formas.
Del total en trabajo infantil, «el 61% solamente trabaja, es decir, están fuera del proceso de enseñanza aprendizaje mientras el 39% estudia y trabaja», haciéndolo en una situación de desventaja en relación a aquellos y aquellas que solamente se dedica a estudiar; el 41.9% de (niños y niñas) en Trabajo Infantil, lo está haciendo por debajo de la edad mínima de admisión al empleo, entre 5 y 13 años de edad.
A medida que se avanza en el sistema de educación formal, la cobertura es menor para los niños, niñas y adolescentes del ciclo escolar con edades entre 6 y 11 años es de 91.7%, para los de 12-14 años es de 41.1% mientras que para los de 15-17 años es apenas del 25.4%.
«Los años de estudio promedio de la población infantil que trabaja es de 5.9 años de estudio. Aumenta sistemáticamente de 1.8 años de estudio (en personas de 5 a 9 años) a 6.6 años de estudio (en personas de 15 a 17 años)».
Frente a cifras y situaciones tan adversas para la niñez hondureña, la pregunta es qué harán la sociedad hondureña y las diferentes entidades gubernamentales para garantizar los derechos fundamentales de los niños y adolescentes víctimas de explotación laboral. Honduras es hoy día una de las naciones con mayor índice de trabajo infantil en América Latina.
¿Qué haremos para cambiar esa negra realidad?