CONTRACULTURA E IDEOLOGÍA

EGO30 julio, 2018
Fragmento del tercer capítulo del libro “Historias No Contadas De Rock”

De: Alex Palencia.      

«Para entender qué es una cultura y cómo se transforma, debemos comprender primero la función que cumple dentro del organismo social. Todo ser viviente debe organizar sus relaciones con el medio donde existe. Para ello, necesita crear un modelo interno parcial, resumido y modificable de sí mismo y de  las condiciones de su entorno».

“En primer lugar, el ser viviente tiene un código genético que organiza, preserva y transmite la estructura somática hereditaria del organismo».

«Los seres humanos nacemos con una herencia genética y estos formados como organismos sociales desarrollan una cultura, o sea, una memoria colectiva producto de las condiciones económicas, políticas y sociales de su entorno».

La superestructura del Estado trata de preservar la cultura oficial construida a través de códigos, símbolos y conductas heredadas, productos de un proceso de muchos años de programación, promocionada por instituciones oficiales y no oficiales del statu quo, tales como la iglesia, medios de comunicación radiales y televisivos, prensa escrita, escuelas, colegios, universidades, centros de educación privados y otros, en los cuales se condiciona la conducta de los individuos para sostener intacto el sistema que ha sido diseñado para que esté funcione de acuerdo a intereses predeterminados.

Cuando las culturas no responden a los intereses colectivos de los diferentes grupos humanos que conforman una sociedad aparecen subgrupos que se manifiestan a través de nuevos códigos, símbolos y mecanismos de aprendizaje para resolver problemas de supervivencia inmersos en la cultura establecida, y a esto es lo que llamamos subcultura.

Una subcultura puede formarse a partir de la edad, grupo étnico o género de sus miembros; las cualidades que la determinan pueden ser estéticas, políticas, sexuales o una combinación de ellas. Algunas sectas, grupos o corporaciones afines pueden ser estudiadas desde esta óptica, otros son simplemente grupos de adolescentes como es el caso de los Emos, más adultos los Punk, los Darks, los Heavy Methal, Góticos, Mods, Raperos Indies, Hiphoperos, Break Dance, Grafiteros, Rastas, Reaguetoneros, Ultras y Hooligans, Rockeros, Cholos, etc. Otros grupos subculturales son asociados a la delincuencia y el crimen organizado, como las maras y pandillas. Pero en general todos estos grupos caben en la categoría de asociaciones subculturales (a veces llamados tribus urbanas) y que se caracterizan por poseer una particular forma de vestir de cortarse o llevar el pelo, adornar su cuerpo (lencería y tatuajes), costumbres o hábitos de sus miembros, o bien por el gusto por un determinado subgénero música.

Las subculturas son mecanismos de adaptación de las culturas establecidas ante las nuevas exigencias de los cuerpos sociales que están en constante movimiento. Estas se establecen como un enfoque parcial de las nuevas condiciones de la realidad, y que no poseen factores específicos para que la identifiquen y determinen plenamente; y que a su vez carecen de un programa de acción. Se puede decir que aun cuando las subculturas se pueden valorar como grupos disidente sociales, estas no poseen una ideología propiamente dicha. Cuando al final de un proceso los factores propios de la subcultura prevalecen sobre la cultura oficial,  esta última como tal se ve modificada pero sobrevive a la embestida de nuevos factores. En este caso los procesos de adaptación a nuevas realidades se realizan con un bajo costo en detrimento de la cultura impuesta desde el statu quo, proceso que se conoce como evolución.

A su vez, la cultura establecida en decadencia origina de algún modo el surgimiento de estos grupos subculturales, y se resiste a absorber, modificar o hacer cambios propuestos desde  la disidencia social de estos individuos. Cuando el sistema cierra los espacios de oportunidades para que los jóvenes puedan desarrollarse dentro de un ambiente alejado de dogmas sean políticos o religiosos, condenan a esas nuevas generaciones, a transitar por una vida miserable y carente de las necesidades más básicas. Como consecuencia de esto, el conflicto planteado entre la cultura oficialista y la subcultura emergente, se torna inconciliable; y aparece entonces la contracultura, como un nuevo mecanismo, con una propuesta más radical que la subcultura que la antecede. En este último proceso la batalla se da sin cuartel; en esas condiciones ya no hay posibilidades de fusionarse y una de ellas tendrá que sobrevivir a la otra.

Cuando la cultura establecida pierde la capacidad de lectura de las nuevas realidades y la objetividad para resolver los problemas históricos planteados por los grupos sociales emergentes, el Estado responde de manera tardía y agresiva, interrumpiendo cualquier proceso que amenace su existencia, destruyendo a cualquier costo los grupos o instituciones ideológicas que considera enemigas. A esto último, la batalla entre lo establecido y lo nuevo por nacer, se le llama revolución, fenómeno donde al final el costo humano es más alto pero garantiza la supervivencia del nuevo cuerpo social emergente.

La cultura establecida, en su afán de preservarse en el anacronismo histórico, disfraza y falsifica las señales de alarma (códigos y símbolos), que presagian la necesidad de cambios profundos en las estructuras sociales manejadas desde el statu quo, el cual no permite el desarrollo de contraculturas que impulsen la transformación de la construcción de sí misma. Cuando esto sucede decimos que el sistema ha colapsado y que está entrando a su etapa más crítica. Este fenómeno se determina como decadencia.

La decadencia es el organismo social que representa la cultura establecida, que responde a problemas nuevos con soluciones viejas, sin comprender las nuevas realidades planteadas, perdiendo a su vez la capacidad de reinventarse a sí misma, por medio de asimilar sus errores pasados para absorber las propuestas de sus subculturas o contraculturas. El statu quo, entonces, y a la forma tradicional japonesa, prefiere hacerse el harakiri antes que renovarse y aprender de ellas sin destruirlas y así mismo ser destruido.

«La creación cultural es uno de los aspectos que se paraliza en una sociedad que entra en estancamiento, que ha perdido su capacidad de transformarse».

Se puede decir que en Honduras se transita por la etapa de subculturas y la decadencia institucional, y esto debido a que existen grupos marginales que manifiestan las características antes mencionadas, al tiempo que el statu quo insiste en permanecer inmóvil a cambios de cualquier índole. Así podemos afirmar que no habido ni hay en este país un movimiento contracultural asociado al rock, porque nunca ha habido contracultura, pero que han existido movimientos de rock asociado a grupos subculturales, sí.

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