TEGUCIGALPA, Honduras
(Por Óscar Esquivel) Una oposición política gira alrededor de los más altos intereses de la nación y no de intereses particulares. Son personas o grupos de ellas que señalan y critican desaciertos y reconocen lo bueno que se pueda estar haciendo. Son necesarios para una democracia, para los pesos y contrapesos, para el equilibrio del poder.
El poder por su naturaleza tiende a corromper y pobre de aquel quien no tenga quien le advierta que está siendo seducido por el canto de sirenas y que el barco que dirige puede ir navegando hacia el abismo. Las lealtades mal entendidas que terminan siendo borreguismo puro se lleva de encuentro a todos los tripulantes.
Los que ahora dicen ser oposición política autodenominados Bloque de Oposición Ciudadana (BOC) está integrado por ex militares golpistas, por militantes del partido nacional, algunos del partido liberal y militantes del ahora partido Salvador de Honduras, muy pocos o nulos ciudadanos honestos, preocupados por el interés de las mayorías, integran al BOC.
El autodenominado Bloque Opositor no tiene la fuerza, no tiene la legitimidad, no tiene la moral para hacer frente a los desaciertos, a los excesos que pueda estar cometiendo el actual gobierno. El BOC podrá contar con el apoyo de la embajada norteamericana, de la matriz mediática, de algún grupo empresarial pero no cuenta con el apoyo de la ciudadanía del pueblo hondureño, no está arropada del apoyo popular, por lo tanto, está destinada al fracaso.
El BOC está destinada al fracaso, pero no por ello diremos que todo es “miel sobre hojuelas” en el país, que todo va bien en estas Honduras.
En el Congreso Nacional hay una crisis evidente y que no es diciendo “este macho es mío” que se va arreglar la situación. Es mediante el diálogo y no la imposición que se logrará avanzar, sin comprometer la justicia, tan anhelada por la población.
El BOC por ser una banda que en su mayoría está integrada por los que ayer fueron gobierno durante doce años, está deslegitimada para ser oposición.
Sin embargo, el hecho que el BOC no sea una oposición de altura no significa que no haya descontento en la población, por lo que es preciso escuchar esas voces antes que surja un irracional como Milei que los seduzca.
Hay problemas estructurales en el país y cuya solución lleva su tiempo, pero es a través de una comunicación efectiva y de ir solucionando problemas del día a día en que se puede mantener el apoyo popular.
A falta de una oposición legitima (que no significa que no pueda surgir) el gobierno mismo debe de realizar autocritica, los militantes del partido libre por ser en su mayoría críticos del “statu quo” no deben de soltar el dedo del renglón.
El gobierno debe de exigirse a sí mismo y no dormirse en sus laureles.
