SANTA ANA, El Salvador
(Por Jorge Sagastume) Las democracias surgidas a la luz de los Estados neoliberales de Latinoamérica, acentuadas más en unas regiones que en otras, se caracterizan por tener tres “pilares” que actúan de manera indisoluble: son acumuladoras de poder, de corrupción y de una exitosa impunidad.
Por otra parte, cambiaron, mediante trampas jurídicas, los marcos pétreos constitucionales volviéndolos porosos, “que gotean”, “derraman”, “exudan”, “fluyen”, “salpican”, “vierten”, “manan”, usando el propio vocabulario de Sigmund Bauman, en su libro de Modernidad líquida.
En este contexto, hoy día podemos ver y analizar los resultados de toda esa fluidez y derrame constante en discursos políticos sobre procesos y enfoques que han causado, intencionalmente, una herida profusa a la democracia. Y, por supuesto, contribuyen a la desfragmentación de ciertos valores de la sociedad. Para el caso, cuando “decapitaron” la cátedra de moral y cívica años atrás, acción ejercida por las fuerzas oscurantistas del poder, arrebatada a los Ministerios de Educación, entidades fácilmente manipulables en América Latina; no fue una decisión al azar, por el contrario; fue estratégica con la intensión de “legitimar”, posteriormente, conceptos constitucionales como la reelección presidencial.
La generación actual de jóvenes y las venideras, potencialmente aptas para ejercer el sufragio electoral, lo harán sobre un canon político ausente de ética y moral, corrompido y alentado desde las plataformas tarifadas de los medios masivos de comunicación hoy convertidos en grotescas dictaduras digitales.
Las nuevas formas de colonización electoral a través de la tiranía de la imposición son parte de la globalización y todas esas formas de colonización salvaje del capitalismo trasnacional. Los Estados modernos revestidos de Constituciones Políticas también modernas, dieron paso a sistemas escolares modernos, para que el “ciudadano”, sea una persona dotada de valores y principios dentro de una educación universal e integral. Esta es una condición no negociable para fortalecer la nacionalidad y la ciudadanía. Un ciudadano educado, con formación y conocimiento suficiente, sensibilizado sobre el eco sistema de los seres vivos humanos y nos humanos, potencialmente estará gobernado por un perfil para ser un político de oficio y calidad.
Por lo menos las culturas pasadas nos dejaron ciertos vestigios, ruinas, papiros y arte rupestre, un conocimiento avanzado indiscutible, una actitud ceremoniosa con el entorno natural, entre otras formas culturales. No obstante. la generación que no me honro en representar, es la más depredadora del eco sistema mundial y la más genocida en la historia de la humanidad.
Lejos de construir una sociedad nueva basada en valores y principios identitarios sólidos, día a día, trabaja para destruir toda forma de civilización dentro del ecosistema del planeta tierra y, por supuesto, muestra un total irrespeto ante los seres vivos no humanos. Además, están convirtiendo las Constituciones Políticas, en adefesios, bagatelas jurídicas, trincheras para el reciclaje.
La reelección presidencial en El Salvador, al ser anticonstitucional, es un zarpazo directo a la legitimidad del estado de derecho y una ofensa a la moral de la sociedad. Esta acción política barbárica, de abuso desmedido, cierra todo espacio democrático y cívico ganado a través de luchas populares, plataformas de incidencia, conclaves políticos mundiales, etc.
La ambición desmedida y ese “cierto derecho” ahora normal en el abuso del poder, solo nos reafirma la baja calidad de nuestras democracias, la miseria humana de los políticos y, por supuesto, un festín interminable de corrupción política que viene desde la misma constitución de los partidos políticos. En algunos casos, estas “instituciones políticas”, pasaron a ser gobernadas por la acción artera y tirana de un cacicazgo político, normalmente un homo sapiens que no superó la fase de primate.
